La prueba piloto será en las playas de Sant Miquel, Somorrostro, Nova Icria y Nova Mar Bella
BARCELONA, 16 Feb. (EUROPA PRESS) -
El Ayuntamiento de Barcelona quiere prohibir el tabaco en las playas de la ciudad y este verano impulsará una prueba piloto en cuatro de las diez playas: Sant Miquel, Somorrostro, Nova Icria y Nova Mar Bella.
La concejal de Salud de Barcelona, Gemma Tarafa, ha explicado este martes en una rueda de prensa que la medida tiene como objetivo "preservar la salud de la ciudadanía con especial énfasis en la población más vulnerable y preservar el espacio público como lugar de convivencia".
El concejal de Emergencia Climtica y Transición Ecológica, Eloi Badia, ha explicado que esta semana de inicia una consulta para recoger la opinión de entidades y partidos, con el objetivo de que la normativa puede aplicarse al inicio de la temporada de baño, prevista para el 29 de mayo.
Badia ha convenido que el Ayuntamiento puede instar a hacer cumplir la normativa pero no puede establecer un régimen sancionador específico según el marco legal actual, por lo que han iniciado contactos con otras administraciones para abordar la cuestión.
Sin embargo, el concejal ha explicado que si un agente de la Guardia Urbana insta a alguien a apagar el cigarrillo tal como marca la normativa y la persona se niega, podría ser sancionada por "desacato a la autoridad".
Para ello, el Gobierno municipal ha dicho que la normativa irá acompañada de una campaña informativa y un equipo de informadores que explicarán la medida por las playas de la ciudad y que tendrán una función principalmente pedagógica.
CIUDAD SIN HUMO
Tarafa no ha descartado ampliar esta medida a otros espacios de la ciudad: "Tener una ciudad sin humo también es tenerla sin humo de tabaco", y ha recordado que el tabaquismo es la principal causa de muerte evitable en España.
En Barcelona cada año se registran 2.200 muertes atribuibles al consumo de tabaco, que representan el 13,8% del total, y Badia ha añadido que las colillas que llegan al mar --unos cinco billones cada año-- suponen un "problema ambiental de primer orden", ya que tardan hasta 12 años en desintegrarse.