BARCELONA 25 Feb. (EUROPA PRESS) -
Un estudio internacional con participación del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha descubierto que las bacterias del Ártico usan unas proteínas vinculadas a la luz durante la noche polar, cuando impera la oscuridad, ha informado el centro en un comunicado este miércoles.
El hallazgo, publicado en 'The ISME Journal', se ha basado en el análisis de secuencias genéticas de los microorganismos del Ártico durante la noche polar, que ha revelado que la actividad de la proteorodopsina, una proteína fotoactiva que permite a la bacteria crecer y orientarse, tiene más actividad en diciembre, cuando la oscuridad es total, que en los meses de junio y julio.
Esto sugiere "que la expresión sostenida de esta proteína fotoactiva debe tener alguna otra función y dar a las bacterias alguna ventaja competitiva que les permite sobrevivir en la oscuridad", según ha explicado el investigador del CSIC y autor principal del estudio, Carles Pedrós Alió.
Las bacterias árticas siguen expresando la proteorodopsina en la noche polar del Ártico canadiense, entre noviembre y enero: "Lo sorprendente es que la mayor expresión de proteorodopsina la hemos detectado en diciembre, cuando la oscuridad es total, siendo incluso mayor que en julio".
A partir de enero, la expresión de la proteorodopsina decrece pero se mantiene activa, con dos momentos en los que se da un aumento de la expresión --en abril y entre junio y julio--, aunque los niveles no son tan altos como los que se dan en diciembre.
Es posible que las bacterias aprovechen la sensibilidad a la luz de la proteorodopsina para acercarse a animales marinos, como peces, crustáceos y calamares, que con mucha frecuencia son bioluminiscentes, lo que "les daría la oportunidad de acercarse a una fuente alimento durante la época más difícil del año", ha augurado Pedrós Alió.
ROMPEHIELOS CANADIENSE
El trabajo es uno de los resultados de una campaña oceanográfica realizada desde noviembre de 2007 hasta junio de 2008, cuando el rompehielos canadiense Amundsen permaneció en aguas del Ártico canadiense hasta que se formó el hielo con la llegada del frío.
En aquella expedición participaron más de 350 científicos de 27 países, trabajando en turnos de seis semanas, durante los que pudieron tomar muestras de los microorganismos que se hallan en el inaccesible mar helado, bajo una capa de hielo de más de un metro de grosor, durante los meses de oscuridad.
Son estas muestras las que se han analizado y sobre las cuales ahora se han presentado los resultados, que a su vez arrojan nuevas incógnitas sobre las estrategias de supervivencia y la biodiversidad de los microorganismos.