Admite parcialmente tocamientos a una redactora pero dice que fueron consentidos
BARCELONA, 12 Nov. (EUROPA PRESS) -
La Fiscalía ha elevado la petición de condena para el periodista Saül Gordillo a 2 años de prisión, 3 de libertad vigilada y 3 de inhabilitación absoluta para cualquier profesión u oficio, sea o no retribuido, que comporte contacto con menores, como presunto autor de un delito de agresión sexual a una redactora del medio digital que él dirigía, en la cena de Navidad de 2022.
El Ministerio Público, que inicialmente solicitaba una multa de 9.000 euros y 2 años de libertad vigilada, ve contradicciones en la declaración del acusado en el juicio celebrado este martes en la Ciutat de la Justícia de Barcelona: en la fase de instrucción reconoció ciertos tocamientos que ha negado en la vista oral: "Los hechos no son de menor entidad y no se han expuesto circunstancias personales para aplicar una atenuante".
Por el contrario, la Fiscalía ha subrayado que hay "coherencia y persistencia" en el relato de la joven, que ha reiterado que la noche de los hechos no quería ningún tipo de contacto sexual con Gordillo, que entonces era su superior jerárquico.
La víctima ha declarado que asistió a la cena de empresa el 1 de diciembre de 2022 en un restaurante, que después fueron a otro local a tomar unas copas y que decidieron seguir la fiesta en una discoteca, por lo que cogieron varios taxis y Gordillo se subió en la parte trasera de uno con ella, mientras que otro compañero se sentó en la parte delantera.
Durante el trayecto, la denunciante ha explicado que el acusado le dijo que estaba aprendiendo mucho de su trabajo periodístico, centrado en la violencia de género, y que se estaba "deconstruyendo", hecho ha corroborado en su declaración el redactor que iba sentado en la parte delantera y que escuchó fragmentos de la conversación.
LA VÍCTIMA NIEGA EL FLIRTEO
La víctima ha negado a preguntas de la acusación particular que durante el trayecto colocara una mano sobre la pierna a Gordillo, que tras llegar a la discoteca le acariciara la mano, que acercara sus partes íntimas a las de su superior -como sostiene él-, que le dijera que le gustaban sus ojos o que quería irse con él al lavabo.
Ya en la zona de la barra, la denunciante ha explicado que notó que la estaban tocando.
La joven ha explicado entre lloros que se quedó bloqueada, que no entendía la situación y que pensó: "No puede ser, no puede ser, es mi jefe, ¿qué está pasando?", que consultó su móvil en un acto reflejo, como captaron las cámaras de seguridad, y que no fue hasta que se reencontró con sus compañeros cuando reaccionó y explicó lo ocurrido.
A preguntas de la Fiscalía de por qué no se giró y se encaró con él, la denunciante ha dicho que pasaban muchas cosas por su cabeza, que él era su jefe y que se bloqueó, y ha negado toda motivación espuria o de flirteo previo entre ambos, asegurando que la relación era estrictamente profesional: "Podría ser mi padre", ha dicho entre lloros al otro lado de la mampara que la separaba del acusado.
FRAGMENTACIÓN DE LA MEMORIA
El hecho de que la chica siguiera bailando varios minutos hasta llorar es compatible, según los peritos propuestos por la acusación encargados de analizar la afectación psicológica y el estado mental de la víctima, con los hechos denunciados: según han explicado, un trauma puede provocar la fragmentación de la memoria, es decir, que el cerebro no codifique correctamente un recuerdo.
"No sólo es posible sino que es frecuente en este fenómeno de shock" que las personas sigan realizando tareas cotidianas hasta procesar lo que ha sucedido, en una disociación que puede durar entre pocos segundos y varias horas y que han comparado con el hecho de ver trueno y escuchar un relámpago momentos después.
Los mismos peritos han dicho que no observaron ninguna patología mental ni simulación en la víctima, en la misma línea que la psicóloga la denunciante, y han añadido que "en ningún caso" hizo referencia a un tonteo previo ni a haber tenido algún comportamiento que pudiese haber contribuido a una interpretación errónea por parte de él.
Asimismo, han dicho que el "desbordamiento" se produjo cuando la víctima vio a personas que interpretó que la podían ayudar y asimiló los hechos y que su discurso estaba centrado en el hecho traumático, repitiendo que su jefe la había tocado: "No estamos pensando en que alguien nos preguntará por ello. La vivencia no puede ser premeditable de ninguna manera".
LOS TESTIGOS
Por la sala de vistas han desfilado seis extrabajadores del mismo medio de comunicación, entre ellos el jefe de redacción y varios redactores, y todos ellos han coincidido en que la denunciante se puso muy nerviosa en la discoteca, que comenzó a llorar como nunca antes habían visto y que repetía "me ha tocado" .
En el otro extremo, los peritos propuestos por la defensa, han negado que la joven estuviese en shock o en pánico valorando las imágenes, pues no se entrevistaron nunca con la víctima, rebatiendo la fiscal en su informe final que las reacciones de las víctimas son "de lo más variopintas" y que sus conclusiones son simples, en sus palabras, pues esperaban una reacción estereotipada por parte de la denunciante.
En lo que respecta a los vídeos, una de las agentes de la Unidad Central de Agresiones Sexuales (UCAS) de Mossos d'Esquadra ha dicho que "se aprecian los hechos denunciados por la denunciante" en las imágenes de seguridad de la discoteca, reproducidas en la sala y en las que Gordillo se ha reconocido en todo momento.
GORDILLO MANTIENE QUE FUE CONSENTIDO
El acusado ha reconocido que tocó las nalgas a la redactora, pero ha dicho que "en ningún momento" le tocó otras partes y ha insistido en que el tocamiento fue, en sus palabras textuales, consentido por todo lo que previamente se había producido.
El acusado ha hecho referencia a una conversación "atípica en el ámbito laboral" en un local, donde --ha asegurado-- la chica comenzó una especie de juego, de seducción o de flirteo, en sus palabras, que continuó hasta la discoteca y que eso le hizo estar convencido de que se trataba de una situación consentida.
Gordillo ha insistido en que en el taxi ella le habló al oído, que le dijo que le gustaban sus ojos, que lo agarró con fuerza de la mano para cruzar la discoteca, a aquellas horas abarrotada, que bailó con él pegando su cara a la suya haciéndole creer incluso que quería besarlo y que llegó a decirle que se estaba excitando y que se dejase ir, asegurando que la joven estaba "exultante, empoderada y disfrutando de la situación".
Sin embargo, cogerle la mano para atravesar la sala, ha dicho la fiscal, no justifica un acto sexual no consentido, como tampoco que apoyase su cabeza o bailara con él.
Por estos hechos, la acusación particular, que ejerce la abogada Noemí Martí, pide 4 años de prisión para, mientras que la defensa, del abogado Carles Monguilod, solicita su libre absolución, basando su estrategia en que tras la denuncia podría haber un móvil espurio por parte de la plantilla, que un día antes de presentarse la denuncia se enteraron de que habría varios despidos en el medio, y que los tocamientos fueron consentidos.