En su historia plantea cómo la isla ha adquirido un nuevo significado político
BARCELONA, 21 Nov. (EUROPA PRESS) -
La escritora francesa Maylis de Kerangal relee en la novela 'Lampedusa' (Anagrama) las connotaciones "de violencia" de este topónimo italiano por los naufragios de inmigrantes en torno a esta isla siciliana, dejando atrás su vínculo con la ficción cinematográfica y literaria que consiguieron para ella adalides de la ficción como el director Luchino Visconti y Burt Lancaster.
"Este nombre ha catalizado muchas imágenes, y hoy solo se piensa en la tragedia, pero antes de los naufragios, me recordaba al autor de 'El Gatopardo', película con Burt Lancaster", ha explicado la autora en rueda de prensa en Barcelona, convencida de que este nombre ya no remite a la ficción sino a la violencia.
La historia versa sobre el nombre homónimo de la isla italiana, conocida por la trágica crisis migratoria en la que centenares de personas han perdido la vida en los últimos años, y como este rostro se contrapone a sus resonancias literarias y cinematográficas capitalizadas por cintas como 'El Gatopardo', que, sin embargo, retrataban una aristocracia decadente.
Para ella, 'El Gatopardo' muestra "el fin de un mundo" encarnado por una aristocracia desfasada respecto a la Italia real y muy endogámica, un mundo sintetizado de modo muy potente en la escena del baile de la cinta, sembrando una analogía con la vieja sociedad opulenta que no se integra en las sociedades europeas.
"Creo que es una película política con mucha fuerza", ha dicho la autora, que ha considerado que el mundo se va pudriendo, y que en el imaginario actual, la palabra Lampedusa conduce a esta imagen al final.
"BRUTALIDAD POLÍTICA"
La autora viaja a los ecos del nombre de 'Lampedusa': "Lampedusa suena en su brutalidad política. El nombre ha cambiado de sentido, no se puede entender como se entendía antes y ha cambiado completamente", ha insistido, convencida de que la palabra ha dado un vuelco como un barco y que la isla está totalmente al revés.
Con una protagonista que escucha la radio de noche, la autora ha dicho que para ella, el libro es como una cámara de eco porque avanza a partir de lo que la protagonista oye, además de incluir sus silencios y su meditación, construyendo "una novela de escucha, de silencios y de noche" escrita en la intimidad de la reflexión.
Entusiasmada por los paisajes y los topónimos, la autora escribió esta novela con el fin de tejer un vínculo entre el nombre Lampedusa y lo que éste puede sugerir: "¿Qué se siente e al oír Lampedusa?".
En un paseo que va extrayendo capas de ficción, como si de una estratificación se tratara, la novela canta a los paisajes literarios y cinematográficos, añadiendo excavaciones personales en la imaginación de una mujer: "Al final del libro solo queda el nombre real, el de una tragedia política que tiene lugar en nuestro espacio político".
Ha destacado que se trata de una historia especial en su trayectoria como escritora porque entona "una toma de palabra más política, un libro más personal" en el que la narradora es más visible.
Con una ambición poética de trasfondo y lanzando vínculos y analogías, es un libro concebido para suscitar experiencias y sensaciones: "Para mí es muy importante la experiencia sensible de lectura sobre un texto".