Reivindica la necesidad de que los hijos hagan memoria de aquella primera generación
BARCELONA, 31 Ene. (EUROPA PRESS) -
La escritora Najat El Hachmi revive la "soledad" y los retos de las primeras mujeres musulmanas inmigradas a Catalunya hace más de 30 años y el machismo de su sociedad en la novela 'Mare de llet i de mel' --'Madre de leche y miel'-- (Edicions 62 en catalán y Destino en castellano), ha explicado en rueda de prensa este miércoles, cuando la novela ha salido a la venta.
La historia parte de las vivencias de la ruralidad rifeña de su infancia, con Fatima como protagonista --inspirada en la generación de su madre-- y que, adulta, casada y madre, deja a su familia amazigh para emigrar a Catalunya.
Sus páginas son un relato oral en el que años después Fátima visita a sus seis hermanas y les cuenta los retos con los que se ha encontrado, "reivindicando la voz de las mujeres".
En este proceso vital, Fatima no encuentra a otras personas de su origen, sintiéndose muy incómoda y silenciada, hasta que por primera vez estalla de alegría al ver a una mujer con pañuelo en la plaza de Vic (Barcelona); con el paso de los años, se va tejiendo una red de solidaridad femenina.
Ha reivindicado la necesidad de que los hijos hagan memoria de aquella primera generación migratoria, tras años en los que le resultaba muy doloroso hacer este acercamiento: "Pero no puedes huir de tu origen", ha dicho.
De hecho, ha reconocido la dificultad de ponerse en el punto de vista de su madre, y que "durante muchos años ha sido muy difícil mirar a esas mujeres por representar una realidad tan dura que resulta hiriente", que se consideraba en deuda con el sufrimiento de aquellas mujeres.
EL RIF, UNA ZONA CASTIGADA
El Hachmi ha subrayado que el duro entorno rural del Rif "ha sido una zona muy castigada, y que durante Hassan II fue deliberadamente olvidada" con niveles de represión muy importantes.
Sin embargo, la novela dirige su mirada hacia el interior de las casas, y aunque pensaba que conocía su región --en la que vivió hasta los ocho años--, con la escritura de la novela ha descubierto nuevas capas: las mujeres no son extranjeras porque vienen de fuera, "sino por haber nacido mujeres en un mundo que no considera que merezcan una habitación propia, sino la habitación del marido".
Ser mujer en este entorno significa que no tienes un lugar propio en tu sitio de nacimiento, y cuando estas mismas mujeres emigran, encuentran el primer lugar que es suyo y pueden considerar su casa, consiguiendo que estas madres hayan hecho más raíces de lo que desde fuera pueda parecer: "Ellas consideran suyo este lugar, y más cuando hay hijos".
"SOMOS DE DONDE SON LOS HIJOS"
"Somos del lugar de donde son los hijos", ha dicho la autora, que ha confesado que una de sus mayores obsesiones ha sido hallar la voz de la protagonista, resultándole muy creativo recuperar las voces femeninas que oía de pequeña.
Ha explicado que antes huía como de la peste de cualquier folclorismo y exotización de su cultura, y ha admitido: "Ha sido una novela de hacer las paces. Quizás es la edad. No tener rabia contra nadie. Lo único que podemos hacer es intentar entender".
Forma parte de este entendimiento, el análisis de una sociedad machista donde las mujeres son "víctimas del sistema", y aunque haya hombres que tratan bien a sus mujeres, también están sometidos a un sistema por el que, por ejemplo, comen antes si hay invitados, dejando los restos para las mujeres.
También ha lamentado el tabú sobre sexualidadlidad, que las generaciones heredan a través de la educación: "Es una estructura de la que no se puede salir, ya que entonces las hijas se convierten en unas parias del sistema".
"La reacción más peligrosa ha sido la del fundamentalismo, que tocó la fibra de la pertenencia religiosa, y que dice que si quieres ser buena musulmana no puedes abrazar principios del feminismo occidental", ha criticado.