Ve un "crimen" que haya 820 millones de personas que pasan hambre mientras se desecha el 33% de los alimentos
BARCELONA, 13 Ene. (EUROPA PRESS) -
El periodista Oliver Franklin-Wallis explica las consecuencias devastadoras del "colonialismo tóxico" en el libro 'Vertedero' (Capitán Swing) donde critica el consumismo desmesurado, el derroche de alimentos, el negocio de los residuos, sus efectos en el cambio climático y la existencia de vertederos en países como la India y Ghana que Occidente se niega a ver, según él.
En una entrevista de Europa Press, el autor se resiste a describirse como activista: "Yo intento describir el mundo que veo, pero después de haber investigado e informado sobre un tema tan poderoso como este y haber hablado con personas en todas partes del mundo y que no tienen voz, te transformas en activista".
Su objetivo, explica, ha sido visibilizar la realidad de países como Ghana e India, donde ha presenciado una realidad "horrorífica y espectral", consecuencia de que solo el 12% de los desechos globales son reciclables, por lo que la gran mayoría va a vertederos, acaba en cunetas o se quema.
"Hay ciudades en el mundo donde la basura, los desechos, los residuos son visibles cotidianamente y es muy importante para mí comunicar esta realidad a las personas del norte, donde no la vemos, es muy importante mostrar que cada vez producimos más y más, pero si vives en las calles de Delhi o Bangladesh, lo ves todos los días, vas a caminar sobre una alfombra de plásticos", explica.
Critica "las consecuencias devastadoras" de esa basura exportada al tercer mundo, y relata que en India caminó por un vertedero tóxico lleno de cromo 6, un químico tóxico mortal, y que un tercio de los residuos son eliminados en vertederos ilegales.
EL RECICLAJE ESTÁ ROTO
El periodista sentencia, textualmente, que el reciclaje está roto: "Lo que pensábamos que era reciclado o incinerado simplemente se iba a otro lado del mundo, a China o al sudeste asiático, o terminaba en una cuneta en Turquía porque tenemos un sistema que esconde de forma intencionada la verdad, te quitan las cosas de la vista, pero este concepto está empezando a cambiar. Hay ONGs que han expuesto un poco más la verdad".
"Los vertederos existen, están ahí. Podemos solucionar este problema. Tenemos que reducir las emisiones, los desechos de la industria alimentaria. Hay 820 millones de personas que pasan hambre y sin embargo, el 33% de los alimentos producidos son desechados. Y esto es un crimen", afirma, tras asegurar que las fechas de caducidad son una mentira gigante, en sus palabras.
JOHN, EL FRIGANO
En su libro alude a los friganos, personas que solo consumen comida que otros tiran a la basura, como John, a quien conoció buscando en desechos de un supermercado: "Lo que realmente me sorprendió de John es que estaba muy feliz, un poquito loco pero muy feliz y saludable, todos podemos aprender de él".
Expresa su preocupación ante grandes corporaciones y líderes mundiales que no priorizan la lucha contra el cambio climático y se desdicen de sus compromisos "como vemos ahora, por ejemplo, en líderes de extrema derecha como Trump".
No obstante, ve avances en este terreno desde la pandemia: "Muchos países han dado pasos significativos hacia la mejora de nuestros sistemas de gestión de residuos, reciclaje de plásticos o la reparación de los electrodomésticos", incluso en Estados Unidos, afirma, que suele estar retrasada en relación a Europa.
"Ya no podemos permitir que las corporaciones se autorregulen porque no priorizan ni el medioambiente ni los consumidores, priorizan sus accionistas", advierte.
Para Franklin-Wallis, la economía y el sistema de reciclaje de residuos actual pone demasiada carga en los individuos y los consumidores, pues "las personas intentan hacerlo lo mejor que pueden, quieren un planeta vivible y un medio ambiente limpio. Y no quieren ver los residuos, los desechos en sus ríos y mares".
Sin embargo, avisa, las corporaciones tienen mucho más poder en ese sistema del desecho de lo que se piensa, "pero esto no significa que a nivel individual los ciudadanos no tengan responsabilidad".
CONSUMIR MENOS
En el libro, el periodista explica que muchas personas le preguntan qué pueden hacer para contribuir a esa reducción de basura y él les responde algo tan simple como consumir menos.
"Tenemos esta mentalidad de que si no consumimos no podemos crecer, no podemos ser felices. Pero desde los años 90, el consumo se disparó y en Europa la productividad ha caído o estancado. Somos cada vez más pobres y miserables. Lo vemos en la crisis de la salud mental. No estamos más contentos ni más saludables por el consumo".
Está convencido de que los ciudadanos tendrían "un sentimiento de autovalor, de autoestima, de amor propio, de ser más felices" si pueden construir cosas de buena calidad y que puedan dejar a las futuras generaciones.
ROPA
Considera que la protección del medio ambiente provoca una contradicción en los jóvenes pues "usan apps vintage porque es súper cool y molón, porque es segunda mano y se sienten como empoderados reutilizando cosas, publican en Tiktok todos estos productos de moda barata que luego tiran, pero luego se deprimen porque sienten que no tienen poder para combatir el cambio climático".
Según cita en su libro, se destruye entre un 25 y un 50% de ropa devuelta, una cifra en auge debido a la compra por Internet, y en Estados Unidos, el 85% de los textiles acaban en un vertedero o en una incineradora.