Investigadores detectan que puede ser indicador universal de contaminación fecal humana
BARCELONA, 8 Jul. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de 75 países han descubierto que unos virus que infectan bacterias del tracto intestinal humano, los crAssphage, descritos por primera vez en 2014, están distribuidos por una tercera parte de los países del mundo y varían genéticamente según la región geográfica.
El estudio, publicado en 'Nature Microbiology', ha contado con la participación de 115 científicos, entre los que hay expertos de la Universitat de Barcelona (UB), la Autónoma de Barcelona (UAB) y la de Alicante, y han analizado la presencia de estos bacteriófagos (o fagos) en muestras fecales humanas, aguas residuales y metagenoma de la microbiota intestinal de adultos y niños de países de todo el mundo.
"Consideramos que el virus ha evolucionado con la especie humana durante millones de años y se ha dispersado entre los seres humanos de todo el mundo. Esta es la primera vez que se ha constatado que los virus del intestino humano pueden ser al menos tan antiguos como el género humano", ha explicado el experto de la Universidad de Utrech (Holanda) y codirector del trabajo Bas Dutilh.
Ha dirigido la investigación el experto de la Universidad de San Diego en California (Estados Unidos) Rob Edwards, y ha ahondado en "la diversidad global única de este virus", uno de los grupos de virus más prevalentes, descubriendo que han evolucionado durante millones de años a lo largo del linaje evolutivo de la especie humana.
Edwards ha destacado que el hallazgo es "una primicia mundial en cuanto al alcance global y a la naturaleza del proyecto", ha explicado la UB en un comunicado este lunes.
La profesora de la UB Maite Muniesa ha destacado que estos "no son virus que se puedan aislar de forma libre y no generan manchas de lisis cuando se cultivan en placas de Petri en el laboratorio", por lo que se detectaron en 2014 mediante técnicas de metagenómica.
El estudio ha revelado que se trata de virus de la familia Podoviridae (fago de cola corta) con un genoma de ADN de doble cadena y de tamaño relativamente grande (100 kb), y lo ha clasificado en cuatro subfamilias con diez géneros, y como dato curioso, se da el caso de un mismo individuo al que se le llegaron a detectar siete tipos diferentes de crAssphage.
Estos virus, además, podrían ser los primeros indicadores de contaminación fecal humana con carácter universal, apuntan los autores, y este grupo de bacteriófagos daría respuesta al desafío científico de encontrar indicadores de contaminación fecal humana que sean efectivos a escala geográfica mundial, y no solo regional.
INTERRELACIÓN CON LA MICROBIOTA
Aún se desconoce el rol biológico del virus crAssphage en la microbiota intestinal humana y cómi interacciona con los huéspedes bacterianos del intestino, pero la alta prevalencia del virus en la población humana podría indicar la existencia de una interrelación con beneficios mutuos.
El codirector Bas Dutilh ha destacado que el virus no parece tener ningún beneficio directo para la salud humana: "Ahora bien, hemos encontrado virus muy relacionados en muestras fecales de gorilas, monos y otros primates en el medio natural", por lo que consideran que ha evolucionado junto a la especie humana durante millones de años.
Muniesa ha señalado que parece estar en una simbiosis habitual del intestino humano, "que no se ve afectado por cambios en la edad --de hecho, abunda en niños-- ni en la dieta", y su expansión geográfica es el resultado de los movimientos migratorios humanos a lo largo de todo el planeta.
MUESTRAS EN CATALUNYA
La contribución científica de los expertos de la UB --de la que destaca la labor experimental llevada a cabo por la profesora Cristina Garcia Aljaro, y en la que también ha participado Joan Jofre-- se ha centrado sobre todo en caracterizar muestras procedentes de aguas residuales de Catalunya y en secuenciar varias regiones genómicas del crAssphage.
"En este trabajo global, la aplicación de múltiples herramientas de análisis de los datos metagenómicos ha permitido no solo detectar este virus insólito en las diversas muestras, sino también generar árboles filogenéticos globales y clústeres de información a partir de los metadatos obtenidos", han concluido Muniesa, Jofre y Garcia Aljaro.