MADRID, 18 Jul. (CHANCE) -
Hemos perdido lo que durante tanto tiempo se ha considerado como una buena de muestra educación, como es preguntar con total confianza a nuestros conocidos, en el mayor de los casos mujeres, por su edad. Algo que como beneficio nos da la confianza suficiente para preguntar a nuestra amiga o conocida por sus secretos de belleza al descubrir que tiene diez años más de lo que aparenta.
Precisamente eso fue lo que me paso con una amiga, que ante mi sorpresa al descubrir que tenia la cara como una chica de 25 años habiendo sobrepasado la cuarentena me confesó su secreto: los masajes faciales de Carmen Navarro.
Con el tiempo se repitió la misma escena. Estaba ante una mujer con la piel completamente perfecta, tersa, sin ninguna arruga y con el pómulo marcado al más puro estilo Nicole Kidman. En mi desesperación por el paso de los años me atreví a preguntarle cuál era su truco. "Nunca me he pinchado, me hago unos masajes que me levantan toda la cara", me confesó, repitiendo de nuevo el nombre de la empresaria experta en belleza y estética.
Fue entonces cuando ya me decidí a investigar y descubrí el masaje Kobido. Se trata de una técnica tradicional oriental que consiste en una serie de fluctuaciones entre movimientos rápidos y lentos para mejorar la circulación más profunda del rostro, el cuello, los hombros y la parte superior del pecho, utilizando únicamente las manos.
Un masaje Kobido completo dura aproximadamente 50 minutos, se caracteriza por la velocidad y destreza con las que se mueven las manos consiguiendo un efecto lifting inmediato y se divide en cuatro fases: la limpieza y el drenaje, preparando así la piel y eliminando las toxinas. Estiramiento e iluminación, aplicando aceites naturales facilitando la fricción y el deslizamiento, elevando así la piel de la cara y devolviéndose su luminosidad. Lifting japonés, aumentando la velocidad del masaje sin producir dolor y consiguiendo oxigenar y suavizar los surcos. Combatir el estrés, en la fase final se presionan puntos de acupuntura para combatir el estrés.
El efecto es inmediato y en Japón se traduce como "el lifting sin cortar", ya que el resultado es el de estirar la cara pero de manera natural y manual. Entre sus beneficios también destacan el de combatir el estrés, aliviar las migrañas, evitar la rigidez facial, mejorar la circulación, disminuir problemas del sistema digestivo como el estreñimiento, reducir los efectos del bruxismo y favorecer la vista por el estímulo en las zonas cercanas de los ojos. Además de lucir una cara con vitalidad, tersa y brillante y convertirte en la envidia de todas tus amigas.
Carmen Navarro es una apasionada de las técnicas orientales y lleva más de 40 años dedicándose a la estética, por lo que ha introducido en nuestro país muchos métodos que hoy son imprescindible en cualquier centro. Uno de ellos es el masaje Kobido, dando con sus propias los primeros y mejores de España. Y sus técnicas y cualidades ha sabido transmitírselas a todas las terapeutas que trabajan en sus diferentes centros, siendo el último que ha abierto en Pozuelo (Madrid) un auténtico paraíso feng shui donde disfrutar de estos masajes orientales como en un verdadero onsen japonés.