LOS ANGELES 23 Mar. (EUROPA PRESS) -
Entre su intensa mirada violeta y su indescriptible belleza, sus continuos y tormentosos matrimonios y los interminables titulares de prensa, lo que realmente hizo que el poderío de la artista traspasase fronteras fue su desorbitante e inalcanzable belleza. Ahora que Elizabeth Taylor nos ha dicho adiós, solo nos queda desvelar sus tan cotizados trucos.
Dos veces ganadora de un Oscar, protagonista en incontables películas de éxito, también conocida por sus ocho matrimonios y sus numerosas colaboraciones contra el SIDA, pero lo que realmente hizo famosa y por lo que será eternamente recordada Elizabeth Taylor será siempre por su icónica belleza.
Un cutis perfecto, unas cejas espectaculares, su mirada violeta y sus rojos labios, han sido los puntos fuertes de la adorada actriz. Sin duda, era una mujer bellísima que hubiera lucido siempre fabulosa sin utilizar maquillaje, aunque sus marcados looks llenos de color y cosmética han pasado a la historia.
Elizabeth fue incluso más famosa en el mundo de la estética que en el de la interpretación: su primer perfume, 'White Diamonds', fue lanzado en 1991 y se convirtió en la fragancia más exitosa creada por una celebrity. Por eso y por todo lo demás, en su honor queremos dejar los trucos de belleza que más la caracterizaban.
- Una piel impecable: Primero aplicar una base de maquillaje mate y aterciopelada por todo el rostro, después utilizar un corrector para cubrir las imperfecciones y, por último, terminar con polvos translúcidos.
- Cejas espectaculares: Depilar con cera o pinzas para conseguir esa forma arqueada tan deseada y luego, con un lápiz rellenar los huecos vacíos.
- Mirada enmarcada: Con ayuda de un khôl y una máscara de pestañas, se puede conseguir una mirada tan intensa como la que tenía la actriz.
- Labios rojos: Una barra de labios de color rojo intenso con textura cremosa nos dará unos resultados tan sensuales como los de Elizabeth Taylor.
En 1999, cuando la artista británica fue nombrada Dama del Imperio Británico, solo fue la declaración formal de algo que el mundo entero ya sabía de antemano: Elizabeth Taylor era una dama de primera orden.