MADRID, 11 May. (CHANCE) -
A la gala de Eurovisión no le ha faltado ni el más mínimo detalle. En esta 59 edición del concurso hemos sido testigos de grandes actuaciones en las que la puesta en escena es crucial para conseguir los votos de los vecinos. La extravagancia y los looks más arriesgados se dieron cita anoche.
Con actuaciones de lo más variopintas, pudimos ver desde la lluvia simulada de nuestra Ruth Lorenzo, hasta el renacer del ave phoenix, camas elásticas e incluso a los nuevos integrantes del grupo Parchís en su versión islandesa.
La palma, y el premio, se lo llevo la mujer barbuda, Conchita Wurst, que interpretó a la perfección su personaje con el que consiguió proclamarse la ganadora de esta edición. Tan sólo le faltaron uñas, pestañas y peluca postizas para crear al personaje que consiguió desatar los abucheos de la mayor parte de la audiencia cuando la encargada de dar los votos en Rusia apareció en pantalla.
El de Conchita no fue el único look que sorprendió. Las representantes polacas, enfundadas en una versión muy sugerente de los trajes tradicionales polacos, consiguieron con su actuación subir la temperatura en el frío escenario danés.
Los Twin Twin, representantes de Francia, quisieron ganarse al público con una actuación digna del grupo LMFAO con sus peinados y sus looks estrambóticos. La nota de color sobre el escenario la pusieron los islandeses, que ataviados con trajes de diferentes colores parecían los integrantes del mítico grupo Parchís.
Para extravagantes también las actuaciones de los representantes rumanos y ucranianos. Los primeros dieron la nota con una especie de ilusión óptica al principio de la actuación donde una de las componentes se teletransportaba por la pantalla, pero es que ahí no acababa la cosa. El cantante masculino nos sorprendía a mitad de la actuación con un teclado de piano al más puro estilo de rosco de Pasapalabra, con el cuál no sabía muy bien qué hacer. Puestas en escena que dejaban a la de la ucraniana como algo más decente a pesar de haber tenido a un bailarín metido en una especie de rueda de hámster durante su actuación.
En cuanto a los estilismos, estos fueron de lo más variados. Como apuntábamos más arriba, los ha habido muy extravagantes, pero otros participantes se han tomado más en serio el Festival, al cuál han acudido con sus mejores galas, como es el caso de nuestra representante, a pesar de que cambió de vestuario 24 horas antes de su actuación. Otra de las participantes más elegantes fue la sueca Sanna Nielsenm, que lució un vestido negro de encaje ajustado, buscando ser el centro de todas las miradas.
Hasta la presentadora, la periodista danesa Lise Ronne, quiso dar ser protagonista de la noche. En un intento de transformarse en una princesa, la periodista lució un vestido en color champán con una falda con exceso de tul.
Sin duda, el festival de Eurovisión es un escenario para que los países que participan enseñen lo mejor que tienen dentro de sus fronteras, aunque muchos de ellos no acierten. Esperaremos a la edición del año que viene para ver con qué nos sorprenden.