MADRID, 4 Jul. (CHANCE) -
Quedan exactamente cuatro días para la boda de Tamara Falcó e Íñigo Onieva. Será este sábado cuando la pareja se de el 'sí quiero' en el palacio El Rincón pero, en plena cuenta atrás para el gran día, Ana Boyer se ha convertido en noticia por un asunto que nada tiene que ver con el enlace de su hermana.
Y es que de regreso en Madrid tras breves escapadas con Fernando Verdasco a Mallorca y Marbella para coger fuerzas para la celebración más importante que ha vivido su familia en mucho tiempo, la socialité ha recibido numerosas críticas tras compartir en redes sociales la nueva decoración de la habitación de sus hijos Miguel y Mateo -de 4 y 2 años- en la mansión de Isabel Preysler.
Un espacio diáfano en el que no faltan dos camas, una enorme pizarra con librería incorporada que ha hecho las delicias de los más pequeños, y una pequeña mesa con cuatro sillas para que los niños hagan sus 'tareas'; sin embargo, a sus seguidores les ha llamado más la atención la presencia en la pared de varias cabezas de animales salvajes de peluche -como un elefante, un trigre o un león- elementos decorativos que muchos no han entendido y que han cuestionado dejando numerosos comentarios negativos en el post de Instagram publicado por Ana.
Ajena a estas críticas, la benjamina de Isabel Preysler ha asistido con su marido a la clínica Ruber de Madrid, donde casualmente está ingresado el exnovio de su madre, Mario Vargas Llosa, tras haber sido diagnosticado de Covid-19. Después de varias horas en el interior, y sin aclarar el motivo de su presencia en el hospital a pocos días de la boda de Tamara, Ana y Verdasco abandonaban el lugar en coche, girando la cabeza a su paso ante las cámaras para intentar pasar desapercibidos y sin revelar cómo se sienten ante la cercanía del gran día.
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