MADRID, 16 Abr. (CHANCE) - Un mes después de anunciar a bombo y platillo la cancelación de su proceso de divorcio, Jennifer Garner y Ben Affleck nos han dejado boquiabiertos con la firma de los documentos que dan por finiquitada su historia de amor de más de 10 años. El actor cumplió con una rehabilitación que parecía haberle encarrilado a ojos de la madre de sus tres hijos, pero, por motivos que todavía desconocemos (esperemos que no se trate de una recaída del oscarizado guionista y director), volvieron a las andadas y a las broncas. En el entorno de la actriz aseguran que esta ruptura es definitiva y que no hay marcha atrás, aunque a estas alturas no nos creamos nada. La separación de una de las parejas más estables de Hollywood saltó como un resorte en agosto de 2015. Fue la revista People, el boletín oficial de la meca del cine, la encargada de confirmar la noticia bomba del verano. A partir de ahí, las informaciones y rumores eran inevitable que se produjeran en cascada, ya que se trataba de uno de los matrimonios ideales de la meca del cine. Primero se habló de los problemas con el alcohol, que han sido admitidos en público por el propio realizador y de los que asegura haberse curado recientemente. Más tarde se señaló a la niñera de la pareja, Christine Ouzounian, y un supuesto viaje que provocó el consecuente ataque de celos e ira de la esposa traicionada. Esta infidelidad, desmentida por los portavoces de Affleck, podría haberse resuelto en los despachos con una suculenta cantidad económica que habrían calmado las ganas de la nanny de contarle algún medio detalles de su relación, una mala imagen que no convenía en nada al actor, embarcado en uno de sus más recientes fracasos, Batman v Superman. Sin embargo, tras la tormenta llegó la calma y los entregados padres decidieron mantener la unión, sin relación sentimental, por el bien de Violet, Seraphina y Samuel. Se les vio acudir juntos a un asesor matrimonial, compartieron muchos momentos en familia de manera pública e, incluso, el actor siguió viviendo dentro del complejo residencial que adquirieron en Pacific Palisades cuando se casaron en 2005. A lo largo de estos casi dos años, las vibraciones que llegaban desde ambos entornos era de armonía. El intérprete de 44 años llegó incluso a dar un paso muy importante para su mujer: ingresar en un centro de rehabilitación y dejar a tras los malos hábitos. Hace apenas un mes se vanagloriaba en los medios de su hazaña, motivo por el que Garner le habría dado una oportunidad a su historia juntos. Por eso, la firma de divorcio el pasado jueves en la Corte Superior de Los Ángeles ha caído como un jarro de agua fría. "Todo se ha hecho de una forma consensuada y amistosa", decía una fuente a TMZ hace unas horas. Veremos si esas buenas intenciones se mantienen a la hora de repartir su fortuna. La pareja no tiene un acuerdo prenupcial, por lo que todo lo que han generado en estos doce años de convivencia será repartido al 50%. "Desean que este proceso sea rápido y súper amigable", decía otro informador a la revista People, motivo por el que ambos figuraría como representantes legales, evitando así la presencia de letrados que pudieran prolongar el proceso hasta el infinito y más allá. ¿Será el punto final o el prólogo de un divorcio con muchas aristas? Continuará*