MADRID, 24 Feb. (CHANCE) - Borja Thyssen y Blanca Cuesta, inauguran por primera vez una exposición del museo Thyssen sin la compañía de la baronesa. Ahora que la relación entre madre e hijo es excelente y enterraron el hacha de guerra, Carmen Cervera tiene en su hijo un gran heredero del mundo del arte. El matrimonio, en solitario, inauguró la exposición de Paul Delvaux, un paseo por el amor y la muerte, poética de esqueletos y sexo imaginado. La muestra distribuye temáticamente más de medio centenar de obras en cinco salas que concentran los núcleos del imaginario del pintor. La baronesa se reconcilió el pasado verano con su hijo, Borja, y su nuera, Blanca Cuesta. Atrás quedaban nada menos que siete años en los que habían eludido el contacto y, además, se encontraban enfrentados en varias causas judiciales, entre ellas la solicitud por parte del joven de una pintura de Giaquinto que le habría dejado su padre, el barón Thyssen, en herencia. Sea como fuere, los dos decidieron acabar de una vez con la guerra, animados por la sensatez y la necesidad de que los cuatro hijos de Borja y Blanca, Sacha, Eric, Enzo y Kala, no crecieran sin el cariño de su abuela paterna. Se dice incluso que fue la modelo, quien entonces estaba embarazada de su cuarta hija, la que influyó decisivamente en este acercamiento. Ya sea en alguna exposición como pintora de Blanca, quien ha descubierto en su faceta artística toda una pasión, Tita, Borja y Blanca posan y sonríen juntos como una familia unida. En esta ocasión, se vuelve a apreciar que la relación entre madre e hijo va viento en popa, y es que la baronesa ha delegado en Borja y en su nuera para que asuman algunos compromisos relacionados con el Thyssen.