MADRID, 21 Jul. (CHANCE) -
Los motivos por los que Chester Bennington decidió quitarse la vida ayer en su residencia se los llevará consigo a la tumba, pero lo cierto es que tanto el modus operandi como el día elegido, el que hubiera sido el 53 cumpleaños de su amigo Chris Cornell, unen más si cabe las trágicas despedidas del líder de Linkin Park y del vocalista de Soundgarden.
El portal TZM arrojaba algunos datos conocidos de la muerte del músico de 41 años que demuestran la enorme similitud entre ambos suicidios, como si el de Phoenix hubiera seguido los pasos de su admirado compañero de profesión.
Fuentes judiciales confirmaron al portal, que los servicios de urgencia y la policía encontró al cantante colgado en un espacio que separaba su dormitorio del armario de su casa en Palos Verdes (California). Según lo publicado por medios estadounidenses, el de Seattle también optó por colgarse entre el dormitorio y el baño del hotel de Detroit donde se hospedaba el pasado mes de mayo después de su última actuación.
Las primeras informaciones apuntan a que Chester utilizó un cinturón para acabar con su vida, mientras que Cornell echó mano de una cinta de resistencia como las que se utilizan en los gimnasios. Asimismo, se habría confirmado la presencia de una botella de alcohol parcialmente vacía en la habitación de Bennington, aunque no había evidencias de drogas. En el caso del cantante de Audioslave, su guardaespaldas, Martin Kirsten, y su viuda, Vicky Cornell, aseguraron que tomó su dosis habitual de Ativa, un medicamento que previene la ansiedad que el artista padecía desde hacía años. En dosis elevadas o mezcladas con otras sustancias puede provocar pensamientos paranoides.
En sendos fallecimientos, las autoridades no encontraron una nota de suicidio o algún mensaje que adviertiera a sus familiares de lo que estaba por llegar. No parece un hecho al azar que Chester decidiera poner punto final a su existencia el mismo día que su amigo habría cumplido 53 años. Habrá que esperar a los resultados de la autopsia, pero es evidente que la muerte de Cornell dejó un enorme vacío en el padre de seis hijos.