MADRID, 15 Feb. (EDIZIONES/CHANCE) - Isabel Pantoja ya cuenta las horas para disfrutar de la libertad condicional que conseguía esta semana pasada. Se trata del último paso para que la cantante termine de cumplir la condena que ha desarrollado durante casi dos años por blanqueo de capitales. Un momento sin duda muy esperado tanto para la artista como para toda su familia. Y es que si con el tercer grado, el clan Pantoja respiraba tranquilo, ahora lo hará mucho más cuando llegue el próximo 2 de marzo. Una fecha marcada en rojo en el calendario de igual manera que la del próximo 12 de marzo. Si todo marcha bien, será ese día será cuando la pequeña Ana, la hija de Kiko Rivera y su actual pareja Irene Rosales reciba las aguas bautismales. Fecha que se torna algo negra pues parece que Isabel Pantoja no estará en ese preciso instante tan especial para su hijo. El que la ceremonia se celebre en la céntrica iglesia de Santa Ana en Triana (Sevilla) no ayuda a que la tonadillera decida reaparecer en público y sobre todo ante todos los fotógrafos que allí se reúnan. Dejando atrás los problemas familiares, la tonadillera puede respirar tranquila quitándose un problema más. ¿Cuál? Pues que a partir de entonces la cantante de Marinero de Luces deja de dormir en el centro penitenciario de Alcalá de Guadaíra de lunes a jueves como lo ha estado haciendo hasta ahora. Gracias al artículo 86.4 del Reglamento Penitenciario, vuelve a cambiar su régimen. De esta manera su vinculación con el centro penitenciario será cada 15 días, cuando le toque firmar debido a su régimen de semilibertad tal y como manda dicho artículo. Se acabó el pernoctar en Alcalá de Guadaíra y en un par de miércoles más, será cuando se haga efectivo la libertad condicional por la que tanto ha luchado la defensa de Isabel Pantoja.