MADRID, 31 Ago. (CHANCE) -
Después de dos días y medio en huelga de hambre y encerrada en la parroquia Divina Pastora de Motril, la madre de Luis Rubiales, Ángeles Béjar, era trasladada a Urgencias de un Hospital de la localidad granadina en la tarde de este miércoles.
Así lo informaba el párroco de la iglesia a los medios de comunicación apostados a las puertas del templo cubriendo la polémica medida de presión con la que la mujer ha intentado -sin éxito- que Jennifer Hermoso cambiase su versión y contase 'la verdad' sobre su beso no consentido con el suspendido presidente de la Real Federación Española de Fútbol durante la celebración del Mundial ganado por la Selección Femenina el pasado 20 de agosto en Sydney.
Tras casi tres días ingiriendo tan solo agua y bebibas isotónicas y durmiendo en un colchón en la sacristía, la salud de la madre de Rubiales -que tiene más de 70 años y padecería una enfermedad crónica del riñón- se habría visto resentida; y con ansiedad, malestar físico y una importante hinchazón en las piernas, Ángeles Béjar habría accedido a abandonar su huelga de hambre y su encierro en torno a las 18:00 horas de este miércoles para trasladarse al hospital Santa Ana de Motril.
Un ingreso por Urgencias que habría durado varias horas y en el que habría estado acompañada por su hijo, que después de varios días 'desaparecido' habría abandonado su refugio -se especula con que podría estar tanto en su ático de 2 millones de euros en el centro de Madrid, como en un chalet en Motril descansando con sus hijas- para estar al lado de su madre en este delicado momento.
En el hospital Ángeles Béjar ha sido sometida a varias pruebas médicas y, tras responder satisfactoriamente al tratamiento que se le ha aplicado para tranquilizarla después de tres días sometida a mucha presión y sin ingerir alimentos, abandonaba el centro médico alrededor de las 23:30 horas acompañada por Rubiales para regresar a su domicilio, donde en estos momentos estaría descansando. Un momento en el que el todavía presidente de la RFEF -suspendido por la FIFA durante 90 días- habría conseguido esquivar a las cámaras, evitando así dar la cara en pleno huracán mediático por su negativa a dimitir.