María Teresa Campos y Bigote Arrocet, felices días de San Valentín

BIGOTE ARROCET Y MARIA TERESA CAMPOS
FRAN GUERRA/CHANCE
Actualizado: viernes, 12 febrero 2016 16:14

   MADRID, 12 Feb. (CHANCE) -

María Teresa Campos ya se encuentra de nuevo en la capital tras haber disfrutado de unos días de descanso en su Málaga natal junto a su amor, Edmundo Arrocet.

Finalizados los días de asueto, los enamorados se desplazaban hasta la estación de Málaga donde cogerían un ave con destino a Madrid. Más vitalista y rejuvenecida que nunca eligió uno de sus modernos looks con pantalones negros y chaqueta animal print que combinó con unas gafas de sol a la última.

Ambos se mostraron muy cómplices, intercambiando confidencias mientras esperaban pacientemente la salida del tren. Mientras la presentadora leía con atención a unos papeles, el cómico respondía algunos mensajes telefónicos.

LA PAREJA SE ENCUENTRO CON LA POLÍTICA CELIA VILLALOBOS

Durante la espera llegaba a la estación Celia Villalobos. La diputada del Partido Popular se acercó a saludar a la pareja con quien conversó animadamente.

A continuación María Teresa y Edmundo se disponían a regresar a Madrid. A su llegada ambos mostraban un semblante tranquilo pero cansados del viaje, deseosos por llegar a casa.

Poco a poco la conductora del programa ¡Qué tiempo tan feliz! ha comenzado a superar los difíciles meses vividos gracias al apoyo y cariño del humorista tras el fallecimiento de su hermana menor, Araceli, víctima de un cáncer.

No cabe duda de que la popular locutora y el humorista siguen siendo la viva imagen de la felicidad después de dos años y medio juntos. Pero aquel amor había comenzado verdaderamente en 2012, cuando Bigote visitó ¡Qué tiempo tan feliz!. Sin embargo no sería hasta mayo de 2013 cuando Edmundo y sus rancheras sonaron de nuevo en el plató de Telecinco, haciendo latir con fuerza el corazón de la presentadora.

   Juntos disfrutan de cada instante libre que les permiten sus respectivos compromisos. A principios de año viajaron a Dubai donde disfrutaron de mayor intimidad, lejos de miradas indiscretas. En la ciudad árabe les esperaban días de auténtico relax en un entorno privilegiado.

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