MADRID, 30 May. (CHANCE) -
25 años después la duda sobre si Mario Conde se había lucrado con fondos de Banesto o no siguen en la palestra. Pero este 30 de mayo, la Sección Tercera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional ha confirmado el archivo de la investigación contra Mario Conde y otras 17 personas por supuesto blanqueo de fondos procedentes de las apropiaciones indebidas por las que el expresidente de Banesto fue condenado.
Esta Sección Tercera ha sentenciado que los flujos de dinero investigados "proceden de unos fondos" depositados en una entidad de Suiza estaban allí "con anterioridad a que ocurrieran las sustracciones de fondos" de Banesto.
Mucho cambió la vida para la familia Conde Arroyo, donde Mario se codeaba con la jet set de España y donde navegaba con el Rey Juan Carlos y eran grandes confidentes.
25 años después de la noticia de su detención que llegaba un 28 de diciembre, y todo el mundo pensaba que era una inocentada, Mario Conde, tras el veredicto ha expuesto sus sentimientos en su perfil de Instagram donde ante todo ha recordado a su mujer Lourdes Arroyo, fallecida tras un tumor y a sus hijos Mario y Alejandra Conde Arroyo, donde esta última fue detenida y tuvo un arresto domiciliario debido a que tenía que una situación personal donde el tribunal consideró que podía estar en casa:
"La Audiencia Nacional ha archivado definitivamente las causa penal abierta contra mis hijos y yo. 25 años de mi vida... Resistiendo sin arrendar, ceder, vender o hipotecar ni una micra de dignidad. Mi primer pensamiento hoy es para mi mujer, Lourdes, que desde ese lugar al que llaman cielo me enviará una sonrisa cargada de un amor limpio, sincero, profundo, sin fisuras, el que me dio mientras estuvo conmigo en esta dimensión terrena.
Y mis dos hijos, Mario y Alejandra, ejemplos vivos de amor y lealtad a su padre y a la memoria de su madre. Y mis colaboradores mas directos, Paloma, Cristina, que conmigo sufrieron sin transformar el sufrimiento en queja, protesta, duda o vacilación.
Mi abogado fallecido Ignacio Peláez, mi letrado y amigo vivo, Manuel Santaella. Y mis queridos amigos, leales, firmes, seguros, convencidos de mente, de acto, de palabra y de conducta. César, Iván, Fernando, Jaime, Gabriel, Guadalupe, María, Eustaquio...
Y mis guardias, los que por deber de obediencia me custodiaron, ese ejemplar cuerpo que es la Guardia Civil, a la que debo el agradecimiento por un trato en el que sin relajar la disciplina ni un miligramo, me demostraron una humanidad y un buen hacer digno de un colectivo cuya misiva es esta palabra sagrada: el honor.
Y a la Justicia, que después de haberme provocado —por obra y gracia de algunos— tanto daño y dolor, al final ha demostrado por obras de personas honorables, que cumple su verdadera misión: alcanzar lo justo.
Y a todos vosotros que me habeis acompañado con vuestro cariño sincero en estos largos años. Y con quien he compartido mucha parte de mi vida en este tiempo de espera, Pilar.
Lo que me queda de vida, Dios mediante, es menos que los años que me obligaron a vivir soportando la prisión, el dolor y la mentira, hija predilecta de la miserable envidia. Pero si mi comportamiento sirve de ejemplo de que no vendamos dignidad ante la injusticia ni marginemos el Derecho en el altar de la arbitrarieredad, bendito seas sufrimiento.
Nunca me venció la tristeza, el desánimo, el abatimiento y la frustración, —aunque soporté inevitables momentos de tensión— porque siempre di gracias a Dios por dejarme vivir rodeado de esos ejemplares humanos sin cuya presencia, grandeza, conducta, bondad y buen hacer, se podría explicar mi vida. Mi mayor activo han sido esas grandes personas que han compuesto la sinfonía de mi vida. Yo sin ellos sería sencillamente nada. Y con ellos he llegado hoy al final de este largo camino. Benditos sean".