MADRID, 6 Oct. (CHANCE) -
La ruptura de Tamara Falcó e Íñigo Onieva, de la que este viernes se cumplen dos semanas, pilló a Mario Vargas Llosa en Perú buscando localizaciones para su próxima novela, ambientada en Arequipa. Por tanto, mientras la marquesa de Griñón se refugiaba en casa de su madre e Isabel Preysler se convertía en su gran apoyo tras la infidelidad de su prometido, el Premio Nobel se encontraba a miles de kilómetros.
Sin embargo, y coincidiendo con el viaje de la socialité a México para partipar en el Congreso Mundial de las Familias 2022 - donde realizó unas declaraciones sobre las diferentes sexualidades que han levantado una gran polvareda - Vargas Llosa regresaba a Madrid, reencontrándose con su pareja después de unos días muy complicados para toda la familia.
Este jueves hemos visto por primera vez al escritor desde que Tamara rompió su relación con Íñigo, por lo que todavía no conocíamos su opinión sobre la ruptura del momento ni sobre el joven que estuvo a punto de convertirse en su 'yerno'.
¿Le ha pillado de sorpresa la infidelidad del empresario a Tamara? ¿Cómo ha visto a la socialité tras este doloroso varapalo? Preguntas que por el momento no tienen respuesta, ya que como ha asegurado Vargas Llosa a su llegada a su hospital de confianza para someterse a una revisión médica tras su viaje, todavía no se ha reencontrado con la hija de Isabel Preysler: "No la he visto, no".
Algo cuanto menos sorprendente, ya que tanto el Premio Nobel como la marquesa de Griñón están viviendo bajo el mismo techo - en la casa que 'la Reina de corazones' tiene en la exclusiva urbanización Puerta de Hierro - y donde Tamara se quedará hasta que le entreguen las llaves de su nuevo ático, porque al parecer no quiere volver al piso que compartió con Íñigo.
Sin embargo, y a pesar de vivir en la misma casa, el ajetreo de los últimos días de Vargas Llosa tras su viaje a Perú y los convulsos momentos que está viviendo la hija de su pareja tras su ruptura - ya que se ha convertido en el personaje del momento - han hecho que no hayan coincidido desayunando o comiendo y que, aunque parezca raro, no se hayan podido poner al día todavía.
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