MADRID, 23 Jun. (CHANCE) -
Miguel Ángel Silvestre está que se sale, tanto en nuestro país como al otro lado del charco. Tras haber arrasado en la televisión con Velvet, la serie reina de Atresmedia donde comparte protagonismo con Paula Echevarría, el actor vuelve a repetir éxito.
Lo hace tras subir la temperatura con unas escenas de lo más hot en la serie de los reconocidos hermanos Wachowski que han creado para Netflix, Sense8. Allí, en Hollywood, Miguel Ángel quiere ser otro nombre más de esa exclusiva lista de actores españoles que triunfan al otro lado del atlántico, que van desde Antonio Banderas, Penélope Cruz o Javier Bardem.
Como una auténtica celeb, Miguel Ángel Silvestre vuelve a disfrutar de las mieles del éxito que comenzaron con aquella serie de Telecinco, Sin tetas no hay paraíso que protagonizó junto a Amaia Salamanca. La revista ELLE ha podido entrevistar al actor, el cual ha hecho balance de sus 10 años de carrera -quién lo iba a decir- y también ha querido compartir cuales son las claves del éxito.
El esfuerzo, la conquista de uno mismo y el apoyo de los medio de comunicación son los factores indispensables para lograrlo.
MIGUEL ÁNGEL SILVESTRE DE SU MADRE: "ES LA MUJER DE MI VIDA"
Centrado en su prolífica carrera, el actor deja de lado el terreno amoroso. Su última relación con la actriz Blanca Suárez no fue a las mil maravillas y ambos decidían poner punto y final. Disfrutando de una vida más solitaria en California, donde se encuentra que en Madrid, el actor ha confesado a ELLE que "la mujer de su vida" es su madre.
Tras los males de amores, qué mejor que centrarnos en unos mismos y no desaprovechar las oportunidades que se nos presentan en la vida, esas que son como un único tren que pasan y que no hay que dejar escapar.
"De momento no me he enamorado. Nada de nada. Es cierto que tengo muy buenas amigas, pero ninguna de ellas es mi pareja. En esto no tengo prisa. Cuando llegue el amor, llegará", afirma.
UN ACTOR SIN PREJUICIOS: "EN MI VISIÓN DEL AMOR ENTRA LA ADMIRACIÓN"
Su gran papel para Sense8 es interpretar a un actor homosexual que vive una mentira y que vive un torrido romance -solo hay que ver las escenas que han causado furor- para comprobar que el actor tiene muchos más registros que el típico guaperas que se enamora de la chica fácil.
"(En el rodaje de Sense 8) no ha habido ningún momento donde me sintiese incómodo porque soy una persona sin nungún tipo de complejo. En mi visión del amor entra la admiración y yo admiraba mucho a Alfonso Herrera, la persona que está detrás del actor del que me enamoro en la ficción", afirma para ELLE.
EL MIEDO AL ADIÓS A 'EL DUQUE' DE SIN TETAS NO HAY PARAÍSO
El actor, que se encuentra más relajado a sus 33 años y sincero que nunca ha querido mostrar a la publicación que el ser uno de los hombres más deseados, no implica que uno no tenga miedos de los que liberarse. Aprender a quererse a sí mismo y poder encontrar el equilibrio personal han sido dos claves para que Miguel Ángel sea el chico que es ahora.
"Tenía mucho miedo de que se diesen cuenta de que no era tan guay como El Duque y dejaran de quererme. De que viesen al niño que de pequeño pedía que le dejasen jugar al fútbol en lugar de ser el líder que elegía equipo". Y es que cuando, un personaje te marca, siempre intentamos ver que el actor que hay detrás se comporta del mismo modo, algo que no es así.
"Una de las consecuencias de pensar que no iba a estar a la altura de mi personaje es que me encerré en mí mismo. Apareció la prensa rosa y me quedé muy bloqueado. No fui consciente del buen trato que me estaban dando. Ahora veo a los medios con otros ojos, me doy cuenta de la realidad. Y la realidad es que todos han sumado para pueda seguir viviendo de un trabajo que me apasiona", afirma a ELLE.
REFLEXIONA SOBRE SU BUEN MOMENTO: "ESTOY AGUSTO CONMIGO MISMO"
Y con tanto éxito, el actor puede presumir de tener el éxito en sus manos, sin embargo, es su mejor momento porque como el mismo afirma: "Estoy a gusto conmigo mismo. Aceptarse es igual que volver a nacer". Sin duda, Miguel Ángel Silvestre tiene todo lo necesario para comerse el mundo.