MADRID, 10 Ene. (CHANCE) -
El pasado 23 de julio Nerea Pérez de las Heras volvía a nacer. Ese día, mientras disfrutaba de una jornada en alta mar durante sus vacaciones en Menorca, sufría un fatal accidente con la hélice de la lancha en la que viajaba que le costaba la amputación de parte de su pierna.
Una durísima experiencia que ha cambiado completamente la vida y las prioridades de la humorista y escritora, que ha reaparecido en la première en Madrid de la nueva serie de Sofía Vergara, 'Griselda', y se ha sincerado ante los micrófonos de Europa Press sobre cómo es su nueva realidad y el apoyo que ha recibido por parte de su entorno y especialmente de su pareja.
"Me encuentro regular. Esto es un rato bien, un rato mal, un rato regular" confiesa, explicando que a pesar de que "el cuerpo se tiene que hacer y los ritmos del cuerpo son muy lentos" no pasa lo mismo con los de la vida y el trabajo, "que son muy rápidos". "Entonces hay que buscar el equilibrio y voy tirando" reconoce, destacando el papel fundamental que sus seres queridos tienen en esta durísima etapa en la que su objetivo pasa por estar bien: "Tengo una suerte inmensa, estoy muy bien pertrechada y muy bien apoyada por mucha gente".
A pesar de que no está siendo fácil, Nerea confiesa que está intentando aprovechar su popularidad para ayudar a otras personas que sufren problemas de salud serios a superarlos con una sonrisa como está haciendo ella. "Me preguntan mucho sobre la visibilidad, yo es que no visibilizo, yo existo. Como soy autónoma, me toca existir en el ojo público, trabajando, así. Y a quien pueda ayudar esto, pues siempre está bien, no solamente en circunstancias parecidas a la mía, sino con otras circunstancias que hacen que el mundo, los curros, la ciudad, el entorno, no esté a tu ritmo" explica, reconociendo lo complicado que está siendo para ella adaptarse a su nueva realidad en Madrid. "Cada milímetro de la ciudad es imposible, es invivible desde una dependencia" se lamenta.
Aunque confiesa que la vida le ha cambiado "radicalmente" y que no hay porque "endulzar algo que es un cambio horroroso", Nerea mira al futuro con optimismo y, como nos cuenta, "me veréis pronto con la pierna mecánica correteando".
Sin ocultar que no está siendo un proceso fácil porque cree que "el positivismo tóxico" no es bueno, la dramaturga se queda con lo mejor de esta durísima experiencia: "He tenido una suerte increíble, la gente se ha vuelto, ¿cómo decirte? Mucho mejor. No era consciente de la novia tan guay que tenía, las amigas tan guays que tenía, las hermanas, la familia tan guay".
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