MADRID, 21 Feb. (CHANCE) -
Patricia Llosa pasa cada vez más tiempo en España desde que Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler rompieron su relación, y a pesar de su silencio en lo que a su vida privada se refiere, quedan pocas dudas de que ha decidido perdonar al escritor y darle una nueva oportunidad a su matrimonio.
Después de estar a su lado en París en el acto en el que el escritor entró a formar parte de la Academia Francesa, no habíamos vuelto a ver a Patricia. Siempre protegida por su hija Morgana - que en su afán por evitar las preguntas no ha dudado en tapar objetivos de las cámaras, interponerse e incluso dar algún que otro pequeño empujón - la peruana regresaba a Madrid tras vivir con Mario uno de los días más importantes de su carrera.
Y, desde entonces, la mujer del Nobel ha estado 'desaparecida', y la explicación podría ser porque ha pasado varios días fuera de nuestro país, quizás ultimando los preparativos de la boda de su nieta Josefina - hija de Gonzalo Vargas Llosa - que contraerá matrimonio con el mexicano Emilio Camarena en marzo.
A su regreso a Madrid, y como si fuese una viajera más, Patricia decidió darse un caprichó y, con paso tranquilo pero firme, se dirigió a una de las tiendas del aeropuerto donde, después de varios minutos pensándose qué le apetecía, compró un sandwich.
Antes de pagar, y tras adquirir una botella de agua, la mujer de Vargas Llosa se detuvo unos segundos ante las revistas del corazón pero, tras echar un vistazo a sus portadas, decidió que no le interesaba ninguna. Una vez calmado su hambre, Patricia ponía rumbo al domicilio familiar del centro de Madrid, donde intenta recuperar los ocho años perdidos que el escritor vivió al lado de Isabel Preysler.
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