MADRID, 20 Feb. (CHANCE) -
Isabel Preysler cumplía, este sábado, 72 años. Una fecha muy especial que ha celebrado por primera vez sin Mario Vargas Llosa y que ha preferido pasar tranquila en su residencia en Puerta de Hierro, tan solo con la compañía de su hija Tamara Falcó y de Íñigo Onieva.
Después de asistir al Teatro Real con la marquesa de Griñón el pasado viernes para disfrutar de la ópera 'Aquiles en Esciros', de Francesco Corselli, - en la que ha sido su reaparición tras su ruptura hace dos meses con el premio Nobel - la socialité ha optado por soplar las velas en la más estricta intimidad de su domicilio acompañada por Tamara y por su prometido.
La pareja llegaba a la residencia de Isabel antes de comer y, después de varias horas en el interior, regresaban al piso que Íñigo alquiló en el madrileño barrio de Justicia el pasado mes de noviembre y en el que la diseñadora se ha instalado con su chico tras su reconciliación.
Mientras Tamara optaba por tomarse el domingo de descanso y no salir de su nidito de amor, el empresario fue el encargado de sacar a pasear a las mascotas de su novia, Jacinta y Vanilla - que, al igual que la marquesa, se han 'mudado' a la casa de Onieva - momento en el que aprovechamos para preguntarle cómo había ido la celebración del cumpleaños de Isabel Preysler.
"No voy a decir nada, así que dejadme dar el paseo traquilo. Nada que decir, muchas gracias" ha asegurado fiel a su discreción, antes de confesar, con un escueto "todo bien, efectivamente" que su relación con su futura suegra - una de las personas que le aconsejó a Tamara que no volviese con él - es buena y su reencuentro, con motivo del 72 cumpleaños de la 'reina de corazones', ha ido bien. "Estoy muy feliz" añadía a su regreso a casa, tras detenerse en un restaurante de comida rápida en el que aprovechó para comprar la cena. El momento, ¡a continuación!
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