MADRID, 7 Jul. (EUROPA PRESS) -
En los últimos días apenas hemos visto a Tamara Falcó. En plena cuenta atrás para su boda, los nervios han hecho su aparición y a pesar de que entre sus planes iniciales estaban supervisar personalmente los últimos preparativos en El Rincón y ensayar su baile nupcial en la academia de baile en la que ha estado recibiendo clases con Íñigo Onieva para sorprender a todos con su primer baile como marido y mujer, finalmente no ha sido así. Según fuentes cercanas, la marquesa está tan nerviosa por el importante paso que va a dar que ha preferido anular sus compromisos y refugiarse en la tranquilidad de la casa de Isabel Preysler rodeada de su familia.
Sin embargo, este jueves ha acudido a una cita muy importante en el madrileño hotel Ritz; la última (y definitiva) prueba de su vestido de novia. El director creativo de Carolina Herrera, Wes Gordon, y el diseño que Tamara lucirá este sábado en su enlace llegaban a primera hora en avión privado a Madrid procedentes de Nueva York -donde se ha confeccionado el traje- y ponían rumbo al exclusivo lugar donde tendrán lugar tanto la fiesta de preboda como el brunch posterior a la boda.
A pesar de que tanto el diseñador como el vestido, custodiado cuidadosamente para evitar filtraciones, conseguían pasar desapercibidos tanto a su llegada a la capital española como al hotel, sí veíamos entrando al Ritz varios maniquíes para colocar correctamente los que se han convertido en los secretos mejor guardados del enlace del año; los dos diseños que la marquesa lucirá en el día más feliz de su vida.
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A media tarde era Tamara la que acudía a su cita con Wes Gordon acompañada por varios miembros de su equipo de confianza para probarse por última vez el vestido y terminar de ajustar los últimos detalles, puesto que la socialité habría perdido peso en los últimos días a causa del estrés y habría que entallarlo ligeramente.
Una prueba en la que se vio por primera vez con el vestido, la tiara de la familia Falcó y los pendientes de Tous con los que dará el 'sí quiero' y, que a tenor de la sonrisa con la que la hija de Isabel Preysler abandonaba el hotel, ha debido resultar tal y como había soñado.
En la parte de atrás de un coche, con el pelo recogido en una sencilla coleta y con gafas de sol para evitar que sus ojos revelen cómo se siente en estos momentos, Tamara se ha limitado a sonreír a la prensa, evitando bajar la ventanilla y contarnos qué tal ha ido la prueba y si está nerviosa a 48 horas de su boda.
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A continuación, la socialité ha regresado a la casa de su madre, de donde no volverá a salir hasta este viernes por la tarde, cuando comenzarán los festejos de su enlace con una fiesta para los más íntimos en los jardines del hotel Ritz y en la que el dress-code es cóctail.
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