De Whitney Houston a Cory Monteith: famosos en una espiral autodestructiva

Whitney Houston Cory Monteith famosos en una espiral autodestructiva
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GETTY/CORDON PRESS
Actualizado: domingo, 18 octubre 2015 10:54

   MADRID, 18 Oct. (CHANCE) -

   Lamar Odom se recupera poco a poco de la sobredosis del combinado de cocaína, opiáceos y Viagra natural que ha estado a punto de costarle la vida. El ex jugador de la NBA era localizado por dos empleadas del Rancho del Amor en Crystal (Nevada) el pasado martes 13 de octubre, donde se alojó para disfrutar de una fiesta sin control que acabó con el ex marido de Khloé Kardashian en estado de coma, con respiración asistida, dos ataques cerebrovasculares, y el corazón, los pulmones y los riñones dañados.

   Sin embargo, y a pesar de la cautela del equipo médico que le atiende, el ex miembro de los Lakers despertó el sábado y habló con su todavía mujer, lo que unido a la leve mejoría de su función cardíaca y respiratoria concede un rayo de esperanza a la familia.

   Se puede decir que la recuperación del deportista de 35 años ha sido milagrosa, muy pocos salen de una situación médica tan complicada, en la que el consumo masivo de sustancias ilegales desemboca en un fallo multiorgánico. Muchos rostros famosos, después de un largo proceso autodestructivo marcado por el consumo de drogas, alcohol y pastillas, dijeron adiós para siempre, la mayoría de las veces de forma accidental. En la última década, hemos sido testigos de demasiadas despedidas anticipadas, de sobredosis malditas y de recaídas perversas, que han dejado al cine, a la música o al mundo de la televisión un poco huérfanos.

   La fría mañana del 2 de febrero de 2014, Nueva York desayunaba con la triste noticia de la muerte de uno de los mejores actores del momento. Philip Seymour Hoffman, ganador de un Oscar al mejor actor por Capote, era encontrado sin vida en su apartamento de Manhattan por un amigo íntimo. Una fuente policial informó a algunos medios, como The New York Times, que el intérprete de 46 años tenía una jeringuilla en su brazo.

   Un mes más tarde la autopsia confirmaba el cóctel mortal de heroína, cocaína y morfina, la misma mezcla, conocida por Speedball, que acabó con la vida de John Belushi (1982) y la de River Phoenix en 1993. Su entorno más cercano desconocía la recaída del protagonista de Los juegos del hambre, posiblemente motivada por la separación de su esposa Mimi O’Donnell, madre de sus tres hijos. En alguna ocasión, la estrella cinematográfica habló sobre su adicción a las drogas durante la juventud y cómo había logrado estar 23 años limpio. Sin embargo, un año antes de su trágica muerte había vuelto a coquetear con la heroína, dejándose llevar por los demonios del pasado, que al final acabaron con su vida.

   Tres meses después, Peaches Geldof moría a causa de una sobredosis de heroína con 25 años. Nada podía hacer sospechar que la hija de Paul Geldof hubiera recaído en la misma espiral de destrucción que acabó con la vida de su madre, Paula Yates, en septiembre de 2000 y a los 41 años de edad. En sus apariciones públicas y televisivas presumía de llevar una vida feliz junto a su marido y sus hijos, pero la autopsia confirmó una segunda vida, orquestada por las drogas.

   Peter Jerreat, el forense encargado de la investigación, halló heridas de aguja en codos, muñecas y pulgares, y restos de codeína, metadona y morfina en sangre, además de unos elevadísimos rastros de heroína. Su marido, Tom Cohen, desconocía la recaída de su esposa, a la que encontró sin vida mientras el segundo hijo de ambos, Phaedra Bloo Forever, lloraba desconsoladamente en la habitación contigua a la que se encontraba su madre fallecida.

   Una recaída fue la responsable de la marcha inesperada de Cory Monteith la noche del 13 de julio de 2013 en el hotel Fairmont Pacific Rim de Vancouver (Canadá). El actor de 31 años se encontraba en tratamiento para superar sus adicciones, pero aquel día, lejos de su casa de Los Ángeles y sin la presencia de su novia, Lea Michelle, dejó de lado su voluntad y se inyectó una dosis de heroína, que mezclada con el champagne, resultó mortal. Su tolerancia a esas sustancias había disminuido por los intermitentes periodos de abstinencia que trataba de mantener durante las rehabilitaciones, por lo que un solo chute fue suficiente para que una de las carreras interpretativas con más futuro se acabara para siempre.

   El 11 de febrero de 2012 el mundo de la música se quedaba mudo. Whitney Houston, la mejor cantante de todos los tiempos, aparecía muerta en la bañera de su habitación del hotel Hilton de Beverly Hills. Aunque los paramédicos que la atendieron en primera instancia le practicaron maniobras de reanimación durante más de 20 minutos, la reina del R&B se apagaba para siempre después de años de adicciones, que echaron por tierra una carrera musical que, hoy por hoy, no ha logrado hacer sombra ningún artista. Un mes después, la oficina forense del condado de Los Ángeles revelaba las causas oficiales de su fallecimiento: Ahogamiento accidental en el que se sumaron los efectos de una enfermedad cardíaca aterosclérotica y el consumo de cocaína. Pero en su cuerpo también se encontraron otros medicamentos con efectos perniciosos, como el Benadryl, Xanax, Flexiril y cannabis.

   A Amy Winehouse la mató una masiva ingesta de alcohol. Fue un 23 de julio de 2011 cuando los fans de una de las más destacadas cantantes británicas de todos los tiempos rodearon su apartamento en Camden, donde fue encontrada muerta. Paradójicamente, la ganadora de cinco premios Grammy encontró la muerte tras sufrir un colapso durante el síndrome de abstinencia. Los forenses encontraron tres botellas grandes de vodka en su casa de Londres, pero las pruebas toxicológicas no hallaron sustancias ilegales, que marcaron su carrera y su vida, con hospitalizaciones intermitentes, trastornos de alimentación y constantes problemas de salud.

   Aunque la muerte de Michael Jackson fue calificada judicialmente como un homicidio involuntario por parte de su médico, Conrad Murray, sus millones de fans en todo el mundo se quedaron ojipláticos durante el juicio al conocer su adicción a los medicamentos, sobre todo el Propofol, que tomaba para lograr conciliar el sueño y paliar los fuertes dolores de espalda que padecía desde hacía años. El universo musical llora desde el 25 de junio de 2009 el trance inesperado del rey del pop y se lamenta de una muerte que podría haberse evitado, ya que el cantante no tenía grandes problemas de salud, no había señales de consumo de drogas y alcohol en su sangre y los investigadores que llevaron a cabo la autopsia aseguraron que su estado de salud era mejor que la media de hombres de su edad.

   Un año antes, Brad Renfro, un jovencísimo actor con una meteórica carrera cinematográfica, era encontrado muerto en su apartamento de Los Ángeles. Una vez más, la mezcla de heroína y morfina era la causa de la muerte. El protagonista de El cliente, trabajo por el que obtuvo el premio al mejor actor joven, que otorga The Hollywood Reporter, con solo 13 años, arrastraba graves problemas con las drogas desde la adolescencia. Condenado por posesión de sustancias prohibidas y sentenciado a tres años de rehabilitación, la luz de Brad se apagó accidentalmente con solo 25 años y una película póstuma, Los confidentes, estrenada dos años después de su marcha.

   Ese mismo mes de enero, otro de los más destacados actores de su generación, Heath Ledger, era encontrado inconsciente en su casa del Soho (Manhattan) por su ama de llaves y por su masajista. El ganador de un Oscar, un Globo de Oro, un BAFTA y un SAG póstumos por su trabajo como Joker en El caballero oscuro, arrastraba graves problemas de insomnio de los que era tratado por sus médicos. Según los informes forenses, la estrella cinematográfica sufrió una intoxicación aguda por el consumo combinado de oxicodona, hidrocodona, diazepam, temazepam, alprazolam y doxilamina.

   En febrero de 2007, Hollywood volvía a sobresaltarse con una nueva despedida, la de Anna Nicole Smith, probablemente la playmate más famosa de la historia de Playboy. La modelo de 39 años sufría un desvanecimiento en el hotel Seminole Hard Rock Café (Florida) y minutos después fallecía. Los informes forenses evidenciaron muerte accidental tras haber ingerido una sobredosis de metadona.

   El forense Joshua Peter confirmó el deceso por la ingestión de fármacos bajo receta médica. Pero la vida de la actriz en los últimos 12 meses había sido una pesadilla, que le habrían hecho recaer en una espiral autodestructiva. Cuatro días después del nacimiento de su hija Dannielynn Hope Marshall en Nassau (Bahamas), su hijo Daniel, de 20 años, perdía la vida en el mismo hospital en el que había nacido su hermana, tras consumir una combinación letal de Lexapro, Zoloft y metadona.

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