MADRID, 3 Oct. (CHANCE) -
Un sábado más te traemos un nuevo artículo de Nano López, el coaching para organizaciones y adolescentes, que nos habla esta vez de las herramientas necesarias para detectar y prevenir actitudes violentas.
La película Del revés nos ha acercado este verano a ese mundo tan maravilloso de nuestro cerebro llamado emociones. Por fin hemos tenido la oportunidad de ver de una forma divertida como actúan nuestras emociones dentro de nosotros. Y muy importante, en los niños.
En muchas ocasiones olvidamos que nuestros hijos son personas con emociones y con sentimientos, por pequeñas que sean, que van evolucionando día a día dependiendo sobre todo de los agentes externos.
Por mucho que nos obcequemos, van a existir cosas que estarán fuera de nuestro alcance. Todos actuamos ante los hechos que nos ocurren de la misma manera. Esto no quiere decir que todos tengamos la misma reacción, pero si que hay que tener muy en cuenta cómo funcionamos.
La realidad es que recibimos una información que entra en nuestro cerebro de tal forma que, sin darnos cuenta, atraviesa varias etapas. Pasa por nuestra 'base de datos', la interpretamos y, posteriormente, actuamos.
APRENDER A GESTIONAR LAS EMOCIONES
La mayoría de la información que guardamos en nuestro almacén mental es aprendida, por lo que muchas de las reacciones son similares entre sí.
Por ejemplo, cuando vemos a alguien que se cae y se da un golpe fuerte nuestra reacción más inmediata es empatizar con ese dolor e incluso imaginarnos lo que siente.
Esto no quiere decir que lleguemos a sentir lo mismo que esa persona pero, como es algo que hemos vivido, hemos guardado la información de lo que nos ha ocurrido y nuestro cerebro hace aflorar ese recuerdo cuando nos encontramos con la misma situación.
Lo que es muy importante es la forma en la que nuestro cerebro recibe la información, ya que éste puede llegar a creer que hemos sido nosotros los que hemos sufrido el golpe.
¿Esto qué quiere decir? Simplemente, que las emociones están ahí y que, dependiendo de la interpretación que les demos, así actuarán.
Por eso es importante saber gestionar las emociones y, sobre todo, tener muy en cuenta que la reacción principal que tendrá nuestra mente será la de defenderse.
Esto se traduce en que si recibimos una información que interpretamos como agresiva, seguramente que reaccionaremos de una forma violenta para defendernos.
NUESTRA INTERPRETACIÓN NO ES LA MISMA QUE LA DE LOS DEMÁS
La mejor forma para actuar ante una situación así es comenzar a entrenarnos a nosotros mismos para entender que la interpretación del otro, en este caso nuestro hijo, no tiene porque ser la misma que la nuestra.
Por otro lado, debemos actuar ayudando a nuestros hijos a que descubran por ellos mismos y saberlos guiar. Si un niño está acostumbrado a ver violencia, lo más seguro que su cerebro guarde parte de esa violencia de cara a futuras reacciones.
El ejemplo que suelo dar relacionado con este tema es el de los partidos de fútbol de niños de corta edad. En demasiadas ocasiones los padres actúan como lo harían en un partido de adultos, profiriendo frases como "dale a ese c***" o "árbitro hijo de ***". Este tipo de improperios y actitudes se transmitirá a nuestros hijos que, posteriormente, cuando jueguen en el parque las repetirán sin ni si quiera saber lo que dicen.
En conclusión, la mejor manera de prevenir actitudes violentas es enseñar a los chavales a razonar y evaluar las cosas antes de reaccionar, sin olvidar que parte de la información la traen los agentes externos y eso de "no, mi hijo es muy bueno" o "mi hijo nunca lo haría". En definitiva, fuera nuestro ego y más gestión de las emociones.