MADRID, 14 Nov. (CHANCE) -
Un sábado más te traemos un nuevo artículo de Nano López, el coach para organizaciones y adolescentes, que nos habla esta semana del equilibrio entre dar y recibir.
En muchas ocasiones, no somos conscientes de que vivimos con constantes expectativas: siempre estamos a la espera de conseguir algo. Desde que nacemos estamos esperando que nos den de comer, que nos cambien los pañales, que nuestros padres cuiden de nosotros y todo ello crea en nosotros una costumbre, un hábito.
Cuando nuestros hijos tienen que comenzar a tomar decisiones por ellos mismos, muchas veces no saben cómo hacerlo. Todo esto va unido a la parte emocional, que solemos tener apartada. Nos movemos por necesidades emocionales, siempre tenemos una que cubrir para sentirnos emocionalmente equilibrados. Sin embargo, ¿sabemos hacer peticiones para cubrir esas necesidades?.
Las necesidades nacen de una carencia: pedimos porque necesitamos algo del otro que nos falta o que no podemos obtener sin ayuda. Con ello nos exponemos a que nos digan que no, a que nos juzguen, a que nos rechacen.
Frecuentemente, las personas encontramos dificultades para hacer peticiones y esa falta de confianza para aceptar o declinar peticiones genera desconfianza. También es común tener fallos al realizar nuestra peticiones, bien por falta de preparación, por el contexto, por que las peticiones sean vagas o incompletas o por no hacer nada cuando surge un imponderable que impide el cumplimiento de la promesa.
Con todo esto quiero decir que no debemos olvidar que para que los demás respondan a nuestras peticiones debemos expresar lo que pedimos, no lo que pedimos.
Por ello hay que usar siempre un lenguaje positivo y de acción, que sea claro y concreto, que revele lo que verdaderamente queremos.
PETICIONES, NO EXIGENCIAS
Debemos conectar con nuestra necesidad y la del otro mediante la empatía; expresar lo que sentimos y necesitamos de manera consciente. Si expresamos sólo nuestros sentimientos quizás a nuestro interlocutor no le resulte claro lo que esperamos que haga. Si no somos claros con respecto a lo que queremos, es probable que no lo consigamos.
Además, las peticiones que no van acompañadas de los sentimientos y necesidades pueden parecer exigencias. Algo que no tenemos que dejar de lado es que el mensaje que enviemos sea el mismo que se recibe. Para ello, pidamos a nuestro interlocutor que lo confirme ya que la persona a la que dirigimos nuestra petición también se mueve por emociones.
Una vez que conectamos con la emoción a la hora de hacer una petición, tenemos que tomar consciencia de hacer ofertas. Es decir, de la misma manera que nos sentimos vacíos si nuestra necesidad no se cubre, debemos dar lo únicamente lo que nos piden ya que de no ser así podemos ofender al otro.
LA EMPATÍA, UNA DE LAS CLAVES
Un ejemplo de ello podría ser cuando invitamos a alguien a nuestra casa a cenar o comer. Nuestros invitados nos preguntarán "¿que llevo?" "¿hace falta algo?" y normalmente nuestra respuesta es "nada, no te preocupes" o "no hace falta, hay de todo", pensando que así somos más generosos. Sin embargo, cuando los invitados somos nosotros el cuento cambia, ya que sentimos la necesidad de llevar algo y no presentarnos con las manos vacías.
Cuando nos paramos a revisar este conflicto nos damos cuenta de que nos sentimos diferentes según la posición en la que estemos ¿Por qué nos sentimos diferentes?
La respuesta es fácil: confundimos generosidad con el dar sin condiciones, sin darnos cuenta de que seremos más generosos si pensamos en lo bien que se puede sentir la otra persona si le damos la oportunidad de sentirse generoso también.
En definitiva, el empatizar con las emociones, tanto de las nuestras como las de los demás, crea un espacio de comunicación de posibilidades. Acostumbrémonos a pedir lo que necesitamos y dar lo que nos piden, esto nos ayudara a obtener un mayor equilibrio emocional.