MADRID, 24 Oct. (CHANCE) -
Un sábado más te traemos un nuevo artículo de Nano López, el coach para organizaciones y adolescentes, que nos habla esta vez de las herramientas necesarias para afrontar las nuevas y viejas relaciones de nuestros hijos en la etapa tan difícil de la preadolescencia.
Como todos sabemos, la etapa de la adolescencia trae consigo una serie de cambios muy importantes en la persona. Denominada siempre como 'la edad del pavo', es una etapa en la que el niño-adolescente se encuentra en una especie de limbo en el que ni es pequeño ni es mayor.
Tradicionalmente, la adolescencia comprendía desde los 15 años a los 18 aproximadamente. Sin embargo, cada día esa etapa se adelanta hacia edades más tempranas, llegándose a considerar que entre los 10 y los 15 años se está en la etapa de la pre-adolescencia.
Además de la llegada de los cambios físicos, del inicio de la pubertad, no podemos olvidarnos de lo más importante: el cambio en su desarrollo moral y psicológico y en la relación con los demás.
Esta fase comienza con algunos cambios en sus pensamientos. Aparecen los pensamientos lógicos y la tendencia a despreciar pensamientos imaginativos de la infancia. Se inicia el interés por habilidades de la propia vida comunes en la sociedad, el desarrollo de la capacidad moral en su comportamiento y comienzan a hacer planes a largo plazo y a buscar objetivos que cumplir.
No obstante, una de las fases que más preocupa está relacionada con el concepto de ellos mismos. Este punto es muy importante en el desarrollo de los chavales.
Querer ser mayor es una de sus preocupaciones y, por lo tanto, es el momento en el que se dejan influir por estereotipos y modas, y en el que comienza su integración en la sociedad.
Los niños se sienten influenciados por las relaciones con sus familias, por sus ídolos y, cada día en mayor medida, por sus propios amigos. En definitiva, comienzan a desarrollarse como personas.
LOS AMIGOS NO REEMPLAZAN A LOS PADRES
Todos estos cambios nos pueden hacer olvidar que hay cosas importantes que llevar a cabo durante esta etapa. Por ejemplo, debemos tener presente que, aunque aparentemente lo más importante para nuestros hijos comiencen a ser sus amigos, éstos no reemplazan a sus padres, que siguen siendo muy influyentes en su desarrollo.
Es recomendable conocer a los amigos de sus hijos y los padres de éstos y es muy importante que formen parte de su vida también.
Para lograr un buen entendimiento durante esta etapa debemos fundamentar nuestros juicios y decisiones en hechos razonables, así como reconocer cuando nos equivocamos. Recordemos que en esta etapa comenzamos a sentir que los adultos siempre creen estar en posesión de la verdad y eso muchas veces puede ser bastante perjudicial ya que los chavales no acuden a sus padres si piensan que les van a sermonear y criticar continuamente.
También hay que prestar especial atención a la intimidad de nuestros hijos, respetándola. Es importante que desarrollen este punto sintiendo que no son observados por lo que, si queremos tener información sobre nuestros hijos, lo mejor es preguntarles.
Además, tenemos que crear un contexto seguro en el que los niños se sientan cómodos. Hagamos una escucha empática sin olvidar que las confusiones vienen cuando creemos que no hay otros puntos de vista salvo el nuestro. Debemos deshacernos de nuestras opiniones y hacer un trabajo de ida y vuelta: Cambiarnos nuestras gafas y tratar de ver con las suyas.
LA ESCUCHA COMIENZA DESDE LA PRIMERA PALABRA
Debemos hacernos esta pregunta: ¿Qué hago yo para que el otro se sienta escuchado? Escuchar es percibir mas interpretar, sin olvidar que siempre lo hacemos desde nuestros prejuicios.
Hay una frase de Humberto Maturana muy característica sobre la escucha. "Yo soy absolutamente responsable de lo que digo y totalmente irresponsable de lo que tú escuchas". Verifiquemos siempre lo que escuchamos. Seamos pacientes y no olvidemos que los problemas que ven los adolescentes no son graves ni duraderos.
Las relaciones en general comenzaran a ser diversas, inestables e influyentes. Hagamos que nuestros hijos adquieran poco a poco responsabilidad en sus decisiones y que comprendan que a partir de este momento todo van a ser responsabilidades que asumir.