MADRID, 21 Ene. (CHANCE) -
Cuando se trata de alfombras rojas de renombre las famosas siempre sacan sus mejores galas. Pero, brillar bajo los focos de las cámaras no va de la mano de ir cómoda y, como bien dice el refrán, para presumir hay que sufrir. Así que, no es de extrañar que los estilista de las famosas se hayan convertido en verdaderos expertos a la hora de elaborar todo tipo de trucos para evitar que las celebrities vayan incómodas o su look se vea arruinado. Desde pegatinas y cinta de carrocero en vez de sujetadores y compresas en los tacones para no rozarnos el talón hasta vaselina en las zonas que más sufren el roce del vestido y fajas de cuerpo completo para lucir una figura de escándalo.
Pero, antes de posar en la alfombra roja hay que llegar a ella y eso puede suponer otro reto. Y si no, que se lo digan a Jennifer Aniston. La ganadora de la noche lució un vestido drapeado de satén color marfil, de la época vintage de Dior en la que John Galliano diseñaba para la marca. Una elección que por su corte ajustado y tipo de tejido no dejaba nada a la imaginación, impidiendo que la actriz llevase cualquier tipo de faja o ropa interior y marcado todas y cada una de sus curvas.
Y otro de los problemas del satén es la facilidad con la que le salen arrugas, algo que los estilistas de Aniston no podían permitir que sucediese antes de su paso por la alfombra. Así que, la actriz tuvo que viajar hasta el evento en una, para nada, cómoda postura, semirecostada en el asiento trasero del coche: "Sin arrugas... más duro de lo que parece. En algún momento entre estas dos fotos, mis compañeros me dieron un regalo muy apreciado y viví una noche que nunca olvidaré. Gracias @sagawards, @themorningshow y nuestro increíble elenco y equipo. ¡Volvamos al trabajo!", ha escrito Jennifer en su cuenta de Instagram junto a la fotografía en la que enseña como viajó hasta los SAG y una foto posterior a la noche de premios, en la que el vestido, los zapatos y la estatuilla descansan junto a la bañera. Sin duda, un sacrificio que valió la pena después de lucir como una diosa del Olimpo y terminar la noche por todo lo alto.