MADRID, 6 Jul. (CHANCE) -
La Alta Costura es lujo y glamour, pero también bebe (y vive) de la artesanía. Y de eso Karl Lagerfeld nunca se olvida. Por esa sencilla razón ha querido homenajear a todas esas personas que trabajan en los talleres, que cosen a mano las prendas que luego vemos en las fiestas más sofisticadas del mundo y en la red carpet con su nueva colección otoño invierno 2016 2017 de Alta Costura, que ha presentado en París.
Su desfile ha vuelto a ser un espectáculo. El káiser es capaz de transformar un supermercado, un casino y un aeropuerto en pasarela y ahora ha hecho lo propio pero con un taller en el que se confeccionan vestidos, pero no unos vestidos cualquiera ni un taller cualquiera, sino los suyos, los vestidos que salen del taller de rue Cambon, donde se nace su Alta Costura.
Maniquíes, telas, mesas, espejos e incluso trasladó a las costureras al Grand Palais para recrear el ambiente de su taller. Esta vez no eran las clientas las que se probaban las prendas, sino las modelos, que eran quienes desfilaban con abrigos y trajes sastre, chaquetas cocoon (con los hombros abombados), pantalones acampanados. Por la noche, las plumas y los bordados se convierten en los auténticos protagonistas.
Lagerfeld vuelve a confiar en sus básicos: en el tweed y sus combinaciones en blanco y negro, como también hizo Dior. De todos estos detalles estuvieron muy pendientes Vanessa Paradis, Inès de la Fressange, Alice Delail y Willow Smith, su recién estrenada embajadora, que estuvo acompañada por su padre, el actor Will Smith.