MADRID, 6 May. (CHANCE) -
Con la muerte de la Reina Isabel II el pasado mes de septiembre volvía a hablarse de Diana de Gales, una de las figuras más icónicas a nivel mundial tras su fallecimiento en 1997 por un fatídico accidente de coche en París. El heredero al trono, el Príncipe Carlos, se convertía en rey y por consiguiente -y por deseo de la reina- Camila Parker Bowles en reina consorte, un hecho que no ha sido bien visto por los ciudadanos británicos ya que siguen teniendo muy presente a la tan recordada ‘Princesa del pueblo’.
Sin duda, la relación entre Diana y Carlos fue una de las más seguidas a nivel internacional: los dos causaban sensación, pero rápidamente el creciente protagonismo de ella en los medios de comunicación acaparaba la atención del heredero al trono y esto no le sentó nada bien. Los problemas no comenzaron en un momento determinado durante el matrimonio, estaban latentes desde el minuto uno: el príncipe se casó por conveniencia y no por amor.
Los malos gestos, los desplantes continuos y las desapariciones durante días empezaron a cobrar más sentido en cuanto ambos se dieron el ‘Sí, quiero’ y Lady Di supo que su matrimonio estaba roto porque no estaba construido en los pilares que siempre había soñado: confianza, respeto y amor. La relación extramatrimonial de Carlos con Camila era sabida por todos y esto supuso la mayor humillación que la Princesa del pueblo sufrió en su vida.
Como decíamos, con la muerte de la Reina Isabel el pasado mes de septiembre, el nombre de Diana volvía a la esfera mediática: los británicos ni olvidan ni perdona la actitud con la que la Casa Real trató a la princesa su último año de vida, tampoco el desprecio y el mal comportamiento de Carlos durante su matrimonio y mucho menos que la mujer que ahora es reina consorte sea la misma con la que era engañada.
Diana lo tenía claro. Ella misma ofreció una entrevista para la BBC, emitida el 20 de noviembre de 1995, en la que hizo unas declaraciones devastadoras hablando de su matrimonio, la Familia Real, su salud mental y reconoció su infidelidad al Príncipe Carlos con James Hewitt. En esa charla, Lady Di dejaba claro que tenía la creencia de que nunca llegaría a ser reina, pero sí “me gustaría ser reina en los corazones de la gente, pero no me veo siendo reina de este país. No creo que mucha gente quiera que yo sea reina, me refiero a la institución con la que me casé, porque han decidido que soy una principiante”.
Hoy, día de la coronación del Rey Carlos III, los ciudadanos y los seguidores de la figura de Lady Di siguen acordándose de ella porque, quién sabe, si el destino hubiese jugado sus cartas de otra manera, la icónica podría haber llegado a reinar o quién sabe, a ver como su exmarido triunfaba en la institución mientras ella disfrutaba de su vida familiar.