La Emérita ha retomado su agenda institucional presidiendo este jueves en Gijón la inauguración del X Congreso Nacional del Azheimer
MADRID, 10 Nov. (CHANCE) -
Una semana después de cumplir 85 años y celebrarlo en la más estricta intimidad con una comida en el Palacio de La Zarzuela a la que asistieron entre otros el Rey Felipe VI, las Infantas Elena y Cristina, la Infanta Sofía, o Miguel e Irene Urdangarín, la Reina Sofía ha retomado su agenda institucional en Asturias.
Se trata de su primera aparición desde la fiesta privada por la mayoría de edad de la Princesa Leonor en el Palacio Real de El Pardo -donde se reencontró con el Rey Juan Carlos y donde se la vio seria y cabizbaja tanto a su llegada como a su salida- y en esta ocasión la Emérita se ha dejado ver radiante y luciendo la mejor de sus sonrisas.
Una reaparición muy diferente a la tristeza que fue incapaz de disimular en su último acto público antes de la Jura de la Constitución de la Princesa de Asturias, cuando rompió en llanto durante el nombramiento de Emilio Lora-Tamayo como Doctor Honoris Causa de la Universidad Camilo José Cela. En esta ocasión, sin embargo, la Reina Sofía ha mostrado la mejor de sus versiones, apoyando con su presencia una causa con la que está especialmente comprometida por los problemas de salud que padecería su hermana Irene de Grecia: la inauguración del X Congreso Nacional de Alzheimer organizado por la Confederación Española de Asociaciones con Alzheimer y otras demencias (CEAFA) en el Palacio de Congresos de Gijón.
Siempre impecable en cuanto al estilismo se refiere la Emérita eligió un traje chaqueta de lo más original en color morado con raya diplomática en plateado. Con su clásico peinado, Doña Sofía ‘adornó’ su estilismo con un broche en forma de flor prendido de la solapa, unos pequeños pendientes colgantes y varios collares. Pero sin duda lo más destacado de su reaparición ha sido su sonrisa, que refleja su felicidad tras haber podido celebrar su 85º cumpleaños con gran parte de su familia.