MADRID, 26 Feb (CHANCE)
Como ya os contamos en CHANCE continuamos con los trucos de la semana de Nano López para la educación y la comprensión de los hijos.
Esta semana el tema es la comunicación y es que muchas veces la comunicación son nuestros hijos puede ser una arma de doble filo. El mero hecho de decirle algo a alguien, no significa que la otra persona haya comprendido el mensaje.
Todos sabemos que en la comunicación existen tres factores importantes: el emisor, el receptor y el mensaje. Sin embargo, hay otros elementos que son necesarios en la comunicación y muchas veces no tenemos en cuenta, como por ejemplo: el lenguaje, el cuerpo y la emoción. La comunicación no verbal es imprescindible para poder acercarnos a comprender a la persona con la que nos queremos comunicar.
Si nosotros comunicamos a nuestros hijos desde la agresividad de un enfado, probablemente ellos se sientan atacados. Es lógico que si nosotros estamos enfadados nos sea difícil controlar nuestra ira, sin embargo es muy importante que nos paremos antes de actuar. Tener una sintonía y hablar el mismo idioma es importante. En este caso cada uno debe de asumir su responsabilidad. Nosotros como padres tenemos la responsabilidad de cotejar si nuestro mensaje ha sido recibido y de qué forma.
El proceso de Comunicación no violenta se compone de cuatro pasos esenciales: observar sin evaluar, comprobar los sentimientos, saber detectar cuáles son nuestras necesidades y poder realizar una correcta petición.
LA OBSERVACIÓN
Es el primer paso para comenzar el proceso de comunicación. Aquí debemos observar lo que ocurre con la situación que nos ocupa. Es importante que prestemos atención a lo que ocurre sin hacer ningún juicio de valor. Esto es imprescindible para que nuestras creencias no dominen nuestro lenguaje.
Por ejemplo, si nosotros decimos: "Marta es un desordenada" damos por hecho que Marta no sabe ordenar. Sin embargo si decimos "Marta no ha colocado los juguetes cuando ha terminado" estamos evaluando la situación y no juzgando a Marta.
DETECTAR NUESTROS SENTIMIENTOS
Este es un paso también muy complicado ya que habitualmente no estamos acostumbrados a detectar nuestras emociones. En este momento es cuando tenemos que centrar nuestro pensamiento en cómo nos sentimos con la situación. Habitualmente nuestros sentimientos van unidos a una falta de satisfacción de nuestras necesidades. Una correcta identificación de ellas nos permite conectar de una manera respetuosa sin juzgar moralmente.
"Cuando he visto tus notas me has disgustado" aquí ponemos nuestra atención en el acto cometido. Sin embargo si decimos: "he tenido un gran disgusto al ver tus notas porque me he sentido decepcionado" aquí hablamos de cómo nos sentimos ante el hecho en sí y expresando realmente como nos sentimos nosotros ante lo que está ocurriendo.
NECESIDAD QUE NO ESTÁ SATISFECHA
Una vez que hemos evaluado como nos sentimos podremos poner atención en cuál es la necesidad que no está satisfecha. Cuando nuestras necesidades son satisfechas nos sentimos felices. En esta fase del proceso examinamos qué nos está faltando a nosotros para sentirnos bien. Es importante reconocer las necesidades y saber que ellas tienen que ver con nosotros y no con los demás.
"Necesito que recojas tu habitación" implica una acción que no depende de nosotros, sin embargo si decimos "apenas tengo tiempo y necesito ayuda en las tareas de casa" hablaremos de nuestra verdadera necesidad.
LA PETICIÓN
Cuando manifestamos nuestra necesidad, abrimos un espacio para poder realizar una petición adecuada a lo que necesitamos realmente. Debe de ser concreta, expresada en un lenguaje positivo, realista y realizable. Ante nuestros hijos tú eres responsable de satisfacer tus propias necesidades, y dejarás que ellos tomen responsabilidad de las suyas.
Jamás confundir la petición con una exigencia. La comunicación puede servirnos para comprender mejor a nuestros hijos. Podremos no solo acercarnos a ellos, sino poder expresarnos desde nuestro lugar de padres.
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4. ¿Heredan nuestros hijos nuestras creencias, miedos, etcétera?
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