MADRID, 8 Oct. (CHANCE) -
Un sábado más te traemos un nuevo artículo de Nano López. El coach para organizaciones y adolescentes nos trae esta semana una reflexión sobre la culpa que se puede sentir en los procesos de divorcio. Y es que durante las últimas semanas se habla de un hecho que se ha convertido en noticia de plena actualidad, los polémicos divorcios de Brad Pitt y Angelina Jolie o aquí en España el de Alba Carrillo y el tenista Feliciano López.
Una de las noticias que me llamó la atención en el telediario fue que, según las redes sociales, el mismo día que salto la noticia del divorcio de los Pitt-Jolie se estaba produciendo en New York City el que será, posiblemente, el último discurso de Obama en la sede de Naciones Unidas, noticia que pasó a un segundo plano tras conocerse la ruptura de los actores.
Y ¿por qué se da todo esto? ¿Qué es lo que más se preguntaba la gente? Pues lo que más interesa a la gente es "quién ha sido el malo".
Es muy habitual que en un caso de separación uno de los dos sea el principal promotor de la misma. Son indiferentes los motivos pero es difícil encontrar casos de una separación de mutuo acuerdo. Una de las razones más comunes que se exponen es la conocida como incompatibilidad de caracteres, aunque siempre hay alguien que tiene "la culpa" lo que supone el punto de partida de las peleas. Y es aquí donde nos vamos a parar por un momento.
Es evidente que la palabra "culpa" conlleva una connotación bastante fuerte y siempre que hablamos de ello sentimos una carga difícil de llevar. ¿Quién no ha tenido alguna vez sentimiento de culpabilidad? "Me siento culpable por...". ¿Y cómo nos sentimos cuando pasamos por ello?
La culpa forma parte de una creencia universal que hemos heredado de las religiones. Desde la antigua Grecia hasta nuestros días es algo que, sin darnos cuenta, reside en nuestra mente. Cuando pasaba una desgracia significaba que habíamos hecho algo mal y los dioses nos castigaban. Sin darnos cuenta, todas estas tradiciones forman parte de nuestro día a día durante generaciones.
ES MUY DIFERENTE DECIR: "SOY CULPABLE DE" A "SOY RESPONSABLE DE"
Sin embargo, la culpa la podemos ver desde otra perspectiva como puede ser la "responsabilidad". Normalmente, cuando nos hacemos responsables de algo, nos hacemos cargo de las acciones derivadas que ha producido ese hecho. En el momento en el que nosotros desviamos la atención de la culpa a la responsabilidad, nuestra emoción varía. Es totalmente diferente decir "soy culpable de..." a "soy responsable de..." Nuestra forma de verlo es diferente. Mientras que en la culpa nos sentimos víctimas, en la responsabilidad podemos hacernos cargo de acciones de las cuales hemos sido responsables y ser conscientes de las que no. Por ejemplo: si yo tengo un examen para obtener una certificación que puede resultar importante en mi carrera y llega el examen y finalmente suspendo, puedo hacer varias reflexiones al respecto.
La más sencilla será la de echarme a mí mismo la culpa por no haber hecho lo suficiente. Este discurso no nos da la oportunidad de aprender algo para poder cambiar ya que, inconscientemente, ponernos como excusa a nuestra propia desidia inevitable.
LA CULPA LLEVA A LAMENTARME Y NO VER LO QUE HAY QUE APRENDER
Sin embargo, si nosotros asumimos la responsabilidad podremos hacer un análisis de posibilidad: ¿qué he aprendido de ello?, ¿qué puedo cambiar que me haga sentir mejor? La culpa me lleva a lamentarme y no asumir los hechos por lo que, si no evoluciono en ese sentido, mi emoción siempre será negativa para mí. Posiblemente habías previsto un plan de acción para estudiar que, por diversas circunstancias, se ha visto trastocado y no lo has llevado a cabo en su totalidad. Y es ahí donde yo hago la última pregunta: ¿hay algo que yo pueda hacer ahora para cambiar eso? Pues te aseguro que no porque el pasado, que yo sepa, no se puede cambiar. Y si nos quedamos atrapados en el pasado nos quedamos inmóviles en el presente.
La culpa también tiene una cara oculta y es que, muchas veces, también nos viene bien culpar a los demás para quitarnos cargo de conciencia con el fin de no asumir nuestra responsabilidad y evitarnos el tener que enfrentarnos a una disculpa, olvidando la verdadera oportunidad que nos proporciona responsabilizarnos del asunto.