MADRID, 14 Ene. (CHANCE) -
Ver que tus hijos llegan a la adolescencia y que de pronto la relación con ellos cambia y que te dicen que no hace falta que les acompañes o que beso ahora no, es difícil de entender. ¿Qué ha pasado de un día para otro? La coach de meditación que más entiende lo que es ser adolescente, Claudia Rodríguez de Úrsula Calvo, nos vuelve a despejar las dudas.
CR: Las personas necesitamos desarrollarnos. Los seres humanos somos los seres vivos que más infancia tenemos y todo se debe al desarrollo emocional que para nosotros es muy importante y al tema de la imitación, de aprender. Necesitamos aprender, relacionarnos, tener contacto con la gente, y si lo principal del ser humano es que tenemos un cerebro plástico, una infancia prolongada y lo que nos hace definirnos como seres humanos, como especie... ¿Lo vas a cortar? ¿Vas a hacer que sea un animalito?
ADOLESCENTES, ESPACIO Y LIBERTAD
P: Claro pero es que me responde mal, hace lo que quiere y solo son contestaciones. Antes era súper buena pero ahora llegamos a la adolescencia y me habla mal y tiene que ser lo que ella quiera y no me cuenta nada. No quiere que me meta en sus cosas.
CR: Pues es normal, porque en esa época es cuando tú estás descubriendo cosas entonces lo que te apetece es testar. E ir testando es normal, y le vas a dejar siempre y cuando todo vaya en el camino. Me refiero, si tú sabes que lo que quiere en este momento es espacio, y es libertad, como padre puedes decir: "Yo te daré ese espacio y esa libertad siempre y cuando no te pases".
CONFIAR Y RESPONSABILIDAD, LA CUESTIÓN VITAL ENTRE PADRES E HIJOS
Yo me acuerdo que mi madre siempre era un poco estricta sobre todo con el tema de la hora, de tienes que llegar a esta hora. Cosa que bueno yo había veces que me rebelaba pero estaba marcando un camino, porque era como "Mira yo te voy a dejar. Puedo ser flexible, si tienes un cumpleaños pues te dejo más. ¿Negociamos vale?".
Luego cuando ya terminé bachillerato y me puse con el tema de coaching y otras cosas. Me dijo: "Vamos a ver, si estás siendo madura para algunas cosas, confío en que también lo vas a ser para otras. Entonces mi nivel de confianza va a ir en función de lo que yo vea en ti. Si yo veo que tú te estás comprometiendo con tus cosas, que tú cumples con tus responsabilidades. Si yo veo que tú tienes, -porque eso los padres también lo ven- si yo veo que tú eres una persona eres razonable y tal ¿por qué no te voy a dejar hacer ciertas cosas? Eso sí, en el momento que yo vea que te estás perdiendo un poco volvemos otra vez a lo mismo"... Es dar un voto de confianza en función de como lo vayas tú viendo.
Pero para verlo bien, tienes que estar en atención plena, y no puedes estar juzgando, porque si quieres, entre comillas, ver de verdad lo que hay tienes que observar, tienes que estar prestando la atención y no estar dejándote llevar por las creencias que tú tengas de antemano. Es muy complicado porque cuánta más edad pues más años de inercia y por eso a mí me interesa mucho que la gente joven se ponga con esto.
P: ¿Qué es lo de los años de inercia?
CR: De alguna manera, cuanta más edad, más años llevas haciendo lo mismo, es decir, lo que se llama ir con más inercia y más te va a costar cambiar. Entonces ¿qué pasa? que es complicado estar plenamente presente en ciertos momentos pero es la única forma de darte cuenta de las cosas, de captarlo todo, de conectar con la otra persona. De la otra forma te vas a perder un montón de cosas, vas a hacer un montón de suposiciones.
P: Pero a veces, los hijos empiezan como los niños pequeños a enfadarse más o chillarte y en la adolescencia hay mucha persistencia que hace que un padre se desespere.
CR: Si tú te desesperas y cedes, si tú manipulas, cedes o si te dejas manipular cedes también, lo que estás haciendo es reforzar no solo esa conducta que no te gusta sino también el que tu hijo o la otra persona, insista.
Hay un experimento que hacemos en la facultad en el que está una rata al lado de una palanca. Si la pulsa, le das de comer. La rata, al verlo, lo que hace es darle más veces para que le des de comer... Pero si tú no le das, la rata se desespera y le dará cada vez más rápido y le dará incluso hasta de distintas formas para llamar la atención y que le des de comer.
Es como cuando un niño comienza a decir palabrotas o tiene una rabieta, si no le haces caso se comienza a desesperar... Cuando un niño te llama idiota quiere que le respondas, aunque sepa que no es que vaya a conseguir lo que quiera y le suponga un regañina o un castigo.
Cuando mi madre comenzó con el tema de la inteligencia emocional, me pillaba unos enfados porque era terriblemente desesperante porque... Tú estás haciendo que la persona reaccione y no lo hace. Yo lo intenté por todos los medios: que si no me quería, que si era súper fría, atacaba por todos los frentes y cuando ya pasé esa etapa, pensé: "Que tía más guay". Pero lo que tienden a hacer los padres es intentar ganar el pulso, ganar la batalla.
LOS PADRES NO DEBEN INTENTAR GANAR UN PULSO Y GRITAR MÁS Y MÁS
P: ¿Qué es eso de que los padres solo quieren ganar la batalla?
CR: Me refiero a que si tú ves que la persona te está echando un pulso, lo que los padres tienden a hacer es "yo lo gano", "yo gano este pulso, yo tengo razón".
De lo que se trata es de no echar un pulso porque si tú como padre ves que te están echando un pulso ahí es cuando tienes que actuar de ejemplo. No se trata de pasar por el aro, pero tampoco voy a pretender ponerme por encima. Está en ese punto intermedio. No voy a dejarme manipular por ti, pero tampoco voy a manipularte que es el error que suelen hacer.
P: ¿Y qué deben hacer?
CR: Lo que estoy diciendo es conectar, confiar y poner un límite, cierto límite sin pretender manipular, que no salga ese ego de 'yo más'. Por ejemplo, si este me grita, yo te voy a gritar el triple, o si me gritas yo te voy a castigar y vas a saber lo que es sufrir.... No, no, no. Es el pensar: "Así, conmigo no. Por aquí no pasó. Voy a dejarte que reflexiones, porque esa no es la actitud".
CONSECUENCIAS, NO ES SI NO HACE LA CAMA, QUITARLE EL MÓVIL... NADA DE HACERLE LA CAMA NI EL CUARTO...
P: Claro pero es que mi hijo/a no hace la habitación, tiene la habitación como una leonera...
CR: Pues ahí es cuando vienen las consecuencias. Que me encantan las consecuencias. Las consecuencias son: Tu hija o hijo tiene la habitación hecha una leonera... En la vida, hay una causa y hay un efecto. Si yo tiro un vaso de agua, el suelo se moja, si yo cojo y no hago la cama voy a estar meses y meses con las sábanas sin lavar y si yo cojo y no ordeno de repente alguien se piensa que es basura y lo mete todo en bolsas de plástico y, a lo mejor te encuentras toda tu ropa metida en una bolsa de plástico porque si lo dejas tirado es basura. Eso es una consecuencia. Una consecuencia no es tú coges no haces tu cuarto y entonces yo cojo y te quito el móvil. No. Es, no haces tu cuarto por tanto lo vas a tener mucho tiempo sucio y a ver, mmm todo tiene un límite, cuando ya llega un punto que llevas sin lavar tus sábanas, no sé, dos meses, a lo mejor te empiezas a plantear echarlas a lavar y hacer la cama...
El fallo es que lo que hacen los padres es: "Es que no hace la cama entonces se la hago yo, y es que tengo que hacérsela yo, claro como no la hace, se la tengo que hacer yo y eso no es justo". Pero perdona, ¿qué haces tú haciéndole la cama? Si no se la hace, va a tener la cama desecha y va a estar la habitación asquerosa y llegará un punto en el que no pueda más, y llegará un punto que parezca y que sea basura y que se encuentre todas su ropa metida en bolsas de plástico... que a mi me ha pasado por cierto.
P: ¿Y si levantan la mano? Hay chavales que levantan la mano a sus padres.
CR: Puff. Esa gente tiene un problema de ira.
Sería muy difícil que un niño de Hermano Mayor comenzara a meditar. Meditar tiene que salir de ti. Pero lo que sí se puede hacer es que vaya observando, que vaya tomando consciencia de la situación. Lo primero es mostrarle el área de mejora.
Somos un manojo de reflejos condicionados, pulso la palanca me da comida, no la pulso, no. Pero de esa forma estás perdiendo toda tu autonomía con los refuerzos y castigos que te están dando continuamente desde fuera. Meditar te ayuda, coges esa autonomía y dejas de dar a la palanca como un poseso. Si te fijas vas a ver que todo el mundo le da a la palanca.