MADRID, 23 Oct. (CHANCE) -
Está en las conversaciones, los medios de comunicación, hasta en los patios escolares. El juego del calamar ha sido no solamente un éxito de audiencia, sino que ha penetrado fuertemente en la sociedad. ¿Qué elementos han popularizado 'El juego del calamar'? En la que el abuso de poder, la desigualdad social, la desigualdad de género, el desprecio a la vejez, la desesperación y las incongruencias humanas se presentan de manera explícitamente burda representada en uniformes, rígidas jerarquías, intriga y perversidad. La socióloga experta en neurolingüística, Alicia Aradilla, comparte unas reflexiones a nivel social sobre el fenómeno de la ficción coreana con tanto éxito en la actualidad.
En los últimos meses hemos vivido - en la realidad- las violaciones en manada, las palizas en grupo y la situación de las familias del volcán. ¿Nuestra relación con la violencia ha pasado de ser rechazada a ser atractiva? ¿De ser el último recurso a ser el primero?
Nuestra reciente experiencia COVID, que nos ha presentado la muerte tan cercana...¿Nos ha hecho más humanos o más deshumanizados? Desde el sentido común del individuo, parece incomprensible que niños de primaria, no solo vean el juego del calamar sino que lo reproduzcan en los patios escolares, introduciendo un componente de agresividad. Al que pierde se le apedrea.
Tradicionalmente los juegos infantiles eran una fuente de aprendizajes sociales desde la diversión. Ahora el juego luz roja- luz verde, regala la oportunidad de apedrear al compañero de clase, en una etapa de la vida en la que quizás a ese mismo niño han evitado explicarle (para no traumatizarle) que en culturas actuales se apedrea y dilapida en público como pedagogía basada en el castigo
Una sociedad en la que se producen estos fenómenos sociológicos
¿Hacia dónde va?, ¿Cuál es nuestro papel frente a estas situaciones?, ¿El juego del calamar nos invitará a reproducir nuevos juegos sociales que nos hagan mejores, o simplemente nos invitará a reproducir la violencia?.. Estas preguntas, y otras de esta índole, pueden darnos la luz que necesitamos como sociedad si no queremos convertirnos en calamares que no saben a lo que juegan, ni lo que se juegan.