Toni Cantó de ser actor: "Me costaba reconocer que esa era mi profesión"

Actualizado: lunes, 5 octubre 2015 18:07

   MADRID, 5 Oct. (CHANCE) -

   Después de cuatro años viéndole en la pequeña pantalla participando en los debates y sesiones de control del Congreso como diputado por UPyD, Toni Cantó lo hace ahora en su faceta de actor, esa que cuando era joven no creía que se convertiría en su medio de vida.

   Desde el pasado mes de septiembre, el intérprete valenciano de 50 años se mete cada tarde en la piel del cardiólogo Eugenio Martos, un eminente cirujano –en la trama se le relaciona con el equipo médico de Franco–, cuyo corazón está enfermo de amor por Adela, a la que da vida Elia Galera. Se trata pues de una de las grandes historias de amor de la cuarta temporada de Amar es para siempre en las pantallas de Antena 3 y la undécima de la serie original de Diagonal TV, la más longeva de la historia de la televisión en España.

   Se siente un privilegiado por tener, en los tiempos que corren, trabajo asegurado por un año y asegura que seguirá ligado a su otra gran pasión, la política, "echando una mano en lo que pueda". Además, prepara una nueva obra de teatro para estrenar en Madrid la próxima primavera, a la que ha llamado Debate. Ya podéis imaginar de qué va la trama...

TONI CANTÓ SOBRE SER ACTOR: "ME COSTABA RECONOCER QUE ESA ERA MI PROFESIÓN Y QUERÍA VIVIR DE ELLA"

CHANCE (CH): ¿Por qué este regreso después del paréntesis para dedicarte a la política?

TONI CANTÓ (TC): Yo vivo de esto fundamentalmente. Pasado ese paréntesis me dedico a lo que siempre me he dedicado. ¿Qué ha pasado? Primero, que tengo que vivir de esto y segundo, y eso lo valoro mucho, tengo la suerte de poder hacer proyectos que me gustan y siempre he podido promover mis propios proyectos, sobre todo en teatro. Dentro de poco empezaré a dirigir una función de teatro, que se estrenará en primavera en los teatros del Canal que se llama Debate y trata de cómo los partidos políticos negocian el debate en televisión. Mientras tanto surgió la oportunidad de entrar en una serie como esta, y no lo dudé ni un instante. Porque el panorama de las series es muy duro. Que te ofrezcan participar en una producción con un contrato casi de un año entero es una anomalía y es un privilegio. Ya había trabajado con la productora, con la cadena, con muchos de los actores que están aquí y encantado de sumarme al proyecto.

CH: ¿Qué es más culebrón, una serie o la política?

TC: Son igualmente culebrones ambos, lo que pasa es que una serie como esta es un culebrón que como mucho puede alegrarnos y entretenernos, el otro, por desgracia, puede tener consecuencias que nos afecten de manera muy seria y que nos empobrezcan.

CH: ¿Tienes tertulias políticas entre las secuencias?

TC: No puedo evitarlas. Pero siempre he tenido mucha tertulia política porque me gusta mucho y lo que sí que ocurre muchas veces es que mis compañeros con curiosidad me preguntan sobre la experiencia y me preguntan opiniones o me las lanzan delante a ver si yo pico. Cuando estás haciendo una serie como esta y tienes 25 páginas que meterte en la mollera, tienes poco tiempo más que aprenderte el texto.

CH: ¿Son dos profesiones vocacionales?

TC: Sí, ambas. Recuerdo que cuando me vine a Madrid a buscarme la vida todavía en el carnet de identidad había que poner la profesión y yo tardé seis o siete años en poner la profesión de actor. Me costaba reconocer que esa era mi profesión y quería vivir de ella y, segundo, no terminaba de creer que pudiera hacerlo y, por lo tanto, ser un actor el resto de mi vida. Era muy complicado. Era vocacional, he sido un tipo muy afortunado y desde entonces, lo dije hace poco, la primera vez que he cobrado en mi vida el paro ha sido después de dedicarme a la política. No era precisamente el paro, pero es el paro al que tienen derecho los diputados. La política también lo es porque creo que la buena política es vocacional. Y eso no es siempre así porque hay un tanto por ciento muy elevado de políticos que no han trabajado en su vida fuera de la política y eso explica el grave problema que sufre nuestro país.

"EN EL ARTE, SE MIENTE PARA ENCONTRA LA VERDAD, Y EN POLÍTICA SE ENMASCARA CONTINUAMENTE"

CH: ¿Te ha tocado ser actor en política?

TC: No, no tiene nada que ver. En el arte se miente para encontrar la verdad, ¿no? En política es todo lo contrario (sonrisas). En política se enmascara continuamente la verdad.

CH: ¿Has tenido que poner una sonrisa forzada en política en alguna ocasión?

TC: En política creo que me he caracterizado por ser un poco bocazas y por no disimular demasiado y eso me ha valido algún que otro rapapolvo, pero yo lo doy por bueno porque me fastidia mucho lo políticamente correcto. Para semejante aburrimiento no me hubiera metido en la aventura.

CH: ¿Te ha desencantado la política?

TC: No, no, la sigo valorando a tope, me sigue fascinando y espero seguir vinculado a ella.

CH: Y siendo dos carreras tan vocacionales y que requieren tanto tiempo, ¿cómo lo compatibilizarás?

TC: Echaré una mano en lo que pueda.

CH: Decías que después de este paréntesis, cuando entraste en el set de rodaje te preguntabas si te ibas a acordar de cómo funcionaba esto

TC: Sí, esa era mi sensación, pero es como montar en bici. La última serie que hice fue Vida loca, es un año muy duro para mí y fue hace cinco o seis años y realmente desde entonces no había entrado en un plató y parece que no, pero aunque sea como la bici, que nunca se olvida, sí que hay ciertas mecánicas que tienes que tener en cuenta como actor o ciertas técnicas, como estar pendiente del texto, de la marca, de la luz hay un momento que ya empiezas a manejarlo con cierta naturalidad y no te bloquea. Pero al principio sí que tienes que amoldar tu cabeza.

CH: ¿Lo has cogido con más ganas?

TC: Echaba de menos actuar. Los dos ámbitos en los que siempre he trabajado más, aunque he rodado más de una veintena de películas, es en la televisión y en teatro, sobre todo esto último, y los he echado mucho de menos. Son muy distintos, la televisión tiene algo que ver con intentar darle a 25 páginas credibilidad y que cuando el espectador las vea, siga al personaje. En teatro puedes profundizar más.

CH: Decías en la presentación que habías notado un salto cualitativo en la producción televisiva...

TC: Es obvio, y no digo que sea mejor o peor, es distinto.

CH: ¿Lo notas a todos los niveles, producción, presupuestos?

TC: En todos esos sentidos. El resultado que conseguimos es una ficción que no tiene nada que envidiar a la que se hace fuera de este país. Eso es para sentirse orgulloso y te das cuenta que lo que hace grande a una industria es la competencia y el mercado. Lo digo por todo el tema del cine. Realmente no hay nada mejor que el mercado para dinamizar una industria y aquí se creó un mercado en el que las televisiones se dieron cuenta de que la gente por cercanía quería ver ficción nacional. No ha habido nada mejor que eso para crear un tejido industrial fuerte que ahora mismo está alimentando a miles de familias. Tenemos que conseguir lo mismo con el cine. Muchas veces se cree que a base de subvenciones se puede conseguir ese tejido y es mentira. Nos hemos dado cuenta que cuando se han acabado las ayudas, el tejido se ha ido a la mierda.

CH: ¿Crees que se te han cerrado puertas por haberte dedicado a la política?

TC: No que yo sea consciente. Me di cuenta muy pronto cuando empecé a dedicarme a esta profesión que hay una parte que yo llevaba muy mal y me angustiaba mucho que era que no poder provocar los acontecimientos, y en seguida me puse a hacer gestión cultural y a producir mis propios proyectos, como festivales de artes escénicas, de arte escénicas y reciclaje, eventos culturales puntuales y he producido cinco o seis funciones de teatro, he creado una serie, Living Lavapiés que hice para Telemadrid. En fin, fui provocando cosas porque si no me causaba mucha angustia, nada estaba en mi mano, dependía de una llamada, que alguien de fuera decidiera qué podía o no podía hacer. Siempre he tenido la confianza de que a mí me sueltan en una isla y me busco la vida.

CH: Encarnas al cardiólogo de Franco, ¿cómo lo preparaste?

TC: Primero sobreponiéndome a la sorpresa de que Franco tuviera corazón (risas) y que no fuera negro. Lo de Franco es una anécdota, la trama en la que realmente está sumergido el personaje es en el amor. El tipo está completamente enamorado, y no me extraña, del personaje de Elia Galera y en el tratamiento de su hija. Pertenezco a una familia de cirujanos y médicos y es una parte que conozco perfectamente. Es un tío muy ambicioso, que en algunos momentos puede chocar al público, pero tiene eso de querer ser el mejor cardiólogo, lograr ciertos resultados, algo necesario para que la Medicina avance.