El 31 de agosto de 1997 todo el mundo lloraba la muerte de Diana de Gales, una mujer hecha a sí misma, que se desvivió por su pueblo y superó todos los obstáculos que tuvo en su vida. Dejaba a dos hijos completamente destrozados, Enrique y Guillermo y a una Familia Real huérfana: el espíritu de la mujer que había conseguido levantar la exaltación de la Monarquía se convertía a partir de ese momento en un icono.(Fuente: The Royal Family)