Molesta por el interés mediático que despierta su padre, y dispuesta a todo para protegerle a pesar de que Vargas Llosa está más que acostumbrado a que le pregunten por Isabel Preysler, la peruana no ha dudado en impedir el trabajo de las cámaras tapando el objetivo con la mano y con su móvil, metiéndose entre su padre y los micrófonos y haciendo aspavientos para que los reporteros no pudiesen hacer su trabajo.