MADRID, 3 Oct. (EUROPA PRESS) - El Premio Nobel de Física 2017 ha sido concedido a los estadounidenses Rainer Weiss, Barry C. Barish y Kip S. Thorne, por sus "contribuciones decisivas al detector LIGO y la observación de las ondas gravitacionales". Las ondas gravitacionales del Universo se observaron por primera vez el 14 de septiembre de 2015. Las ondas --ondulaciones del espacio-tiempo producidas por un cuerpo masivo acelerado-- fueron predichas por Albert Einstein hace cien años y, en esta primera observación, vinieron de una colisión entre dos agujeros negros, a 1.300 millones de años. La señal era extremadamente débil cuando llegó a la Tierra, al observatorio LIGO en Estados Unidos, pero representa una "revolución en la astrofísica", según el comunicado de la Academia Sueca de Ciencias. Las ondas gravitacionales son una forma completamente nueva de observar los eventos más violentos en el espacio y de probar los límites de nuestro conocimiento. LIGO, el Observatorio de Ondas Gravitatorias de Interferómetro Láser, es un proyecto colaborativo con más de mil investigadores de más de veinte países con décadas de trabajo detrás. "Los galardonados con el Premio Nobel de 2017 han sido, con su entusiasmo y determinación, valiosísimos para el éxito de LIGO. Los pioneros Rainer Weiss y Kip S. Thorne, junto con Barry C. Barish, el científico y líder que llevó el proyecto a su fin, se aseguraron de que cuatro décadas de esfuerzo hicieron que finalmente se observaran las ondas gravitacionales", señala el jurado del Nobel. Se da la circunstancia de que los tres investigadores ya fueron galardonados con el último Premio Princesa de Asturias de Investigación en junio pasado. A mediados de los años setenta, Rainer Weiss ya había analizado posibles fuentes de ruido de fondo que perturbarían las mediciones, y también había diseñado un detector, un interferómetro láser, que superaría este ruido. Desde el principio, tanto Kip Thorne como Rainer Weiss estaban firmemente convencidos de que las ondas gravitatorias podían ser detectadas y producir una revolución en nuestro conocimiento del universo. Las ondas gravitatorias se propagan a la velocidad de la luz, llenando el universo, como Albert Einstein describió en su teoría general de la relatividad. Siempre se crean cuando una masa se acelera, como cuando un patinador de hielo ejecuta una pirueta o como cuando un par de agujeros negros giran uno alrededor de otro. Einstein estaba convencido de que nunca sería posible medirlas. El logro del proyecto LIGO fue el uso de un par de gigantescos interferómetros láser para medir un cambio miles de veces menor que un núcleo atómico, a medida que la onda gravitatoria pasó por la Tierra. Hasta ahora todos los tipos de radiación electromagnética y partículas, como rayos cósmicos o neutrinos, se han utilizado para explorar el universo. Sin embargo, las ondas gravitacionales son testimonio directo de las interrupciones en el espacio-tiempo en sí. Esto es algo completamente nuevo y diferente, abriendo mundos no vistos. Una gran cantidad de descubrimientos aguarda a aquellos que logran capturar las olas e interpretar su mensaje, señala la Academia Sueca.