MADRID, 18 Feb. (EUROPA PRESS) -
Este 18 de febrero se cumplen 90 años del descubrimiento de Plutón, por el astrónomo estadounidense Clyde William Tombaugh (1906-1997) desde el Observatorio Lowell en Flagstaff, Arizona.
Fue considerado el noveno y más pequeño planeta del sistema solar por la Unión Astronómica Internacional y por la opinión pública desde su localización en 1930 hasta 2006, --cuando se le reclasificó como planeta enano--, aunque su definició ha sido siempre objeto de controversia entre los astrónomos.
Durante muchos años existió la creencia de que Plutón era un satélite de Neptuno que había dejado de ser satélite por el hecho de alcanzar una segunda velocidad cósmica. Sin embargo, esta teoría fue rechazada en la década de 1970.
Tras un intenso debate, y con la propuesta de los astrónomos uruguayos Julio Ángel Fernández y Gonzalo Tancredi ante la Asamblea General de la Unión Astronómica Internacional en Praga, República Checa, se decidió por unanimidad en 2006 reclasificar a Plutón como planeta enano, requiriendo que un planeta debe tener dominancia orbital. Se propuso su clasificación como planeta en el borrador de resolución, pero desapareció de la resolución final, aprobada por la Asamblea General de la UAI. Desde el 7 de septiembre de 2006 tiene el número 134340, otorgado por el Centro de Planetas Menores.
Pero desde entonces, muchos científicos que consideran que Plutón debe de volver a ser un planeta. Pero no porque tiene un clima, una atmósfera en capas, posibles compuestos orgánicos, océanos líquidos y sus propias lunas, como razonan los expertos en base a evidencias científicas, sino porque así se ha aprendido en las escuelas, un argumento también válido para la Sociedad para la Preservación de Plutón como Planeta.
Plutón posee una órbita excéntrica y altamente inclinada con respecto a la eclíptica, que recorre acercándose en su perihelio hasta el interior de la órbita de Neptuno. Asimismo posee también cinco satélites: Caronte, Nix, Hidra, Cerbero y Estigia, los cuales son cuerpos celestes que comparten esa misma categoría, informa Wikipedia.
Su gran distancia al Sol y a la Tierra, unida a su reducido tamaño, impide que brille por encima de la magnitud 13,8 en sus mejores momentos (perihelio orbital y oposición), por lo cual solo puede ser apreciado con telescopios a partir de los 200 mm de abertura, fotográficamente o con cámara CCD. Incluso en sus mejores momentos aparece como astro puntual de aspecto estelar, amarillento, sin rasgos distintivos (diámetro aparente inferior a 0,1 segundos de arco). No fue hasta el año 2015 cuando la sonda espacial New Horizons pasó sobre el planeta y permitió apreciar por primera vez de forma nítida su aspecto real.