MADRID, 6 Sep. (EUROPA PRESS) -
Observaciones con el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) han revelado el campo magnético de una galaxia tan lejana que su luz tarda más de 11.000 millones de años en llegar a la Tierra.
Esto supone que la vemos tal y como era cuando el Universo tenía sólo 2.500 millones de años.
El resultado, publicado en la revista 'Nature', proporciona a los astrónomos pistas vitales sobre cómo surgieron los campos magnéticos de galaxias como nuestra Vía Láctea.
Muchos cuerpos astronómicos del Universo tienen campos magnéticos, ya sean planetas, estrellas o galaxias. "Mucha gente quizá no sepa que toda nuestra galaxia y otras galaxias están surcadas por campos magnéticos que abarcan decenas de miles de años luz", afirma en un comunicado James Geach, profesor de astrofísica de la Universidad de Hertfordshire (Reino Unido) y autor principal del estudio.
"En realidad, sabemos muy poco sobre cómo se forman estos campos, a pesar de que son bastante fundamentales para la evolución de las galaxias", reconoce Enrique López Rodríguez, investigador de la Universidad de Stanford (Estados Unidos), que también ha participado en el estudio.
No está claro en qué momento de la vida del Universo y con qué rapidez se forman los campos magnéticos en las galaxias, porque hasta ahora los astrónomos sólo han cartografiado los campos magnéticos de las galaxias cercanas a nosotros.
Ahora, utilizando ALMA, en el que participa el Observatorio Europeo Austral (ESO), Geach y su equipo han descubierto un campo magnético completamente formado en una galaxia lejana, de estructura similar a la observada en galaxias cercanas. El campo es unas 1.000 veces más débil que el campo magnético de la Tierra, pero se extiende a lo largo de más de 16.000 años-luz.
"Este descubrimiento nos da nuevas pistas sobre cómo se forman los campos magnéticos a escala galáctica --explica Geach--. La observación de un campo magnético completamente desarrollado en una fase tan temprana de la historia del Universo indica que los campos magnéticos que abarcan galaxias enteras pueden formarse rápidamente mientras las galaxias jóvenes aún están creciendo".
El equipo cree que la intensa formación estelar en el Universo primitivo podría haber contribuido a acelerar el desarrollo de los campos. Además, estos campos pueden influir a su vez en cómo se formarán las generaciones posteriores de estrellas.
Rob Ivison, astrónomo de ESO y coautor del estudio, afirma que el descubrimiento abre "una nueva ventana al funcionamiento interno de las galaxias, porque los campos magnéticos están vinculados al material que está formando nuevas estrellas".
Para realizar esta detección, el equipo buscó la luz emitida por granos de polvo en una galaxia distante, la 9io9. Las galaxias están repletas de granos de polvo y, cuando existe un campo magnético, los granos tienden a alinearse y la luz que emiten se polariza.
Esto significa que las ondas de luz oscilan a lo largo de una dirección preferida en lugar de hacerlo aleatoriamente. Cuando ALMA detectó y cartografió una señal polarizada procedente de 9io9, se confirmó por primera vez la presencia de un campo magnético en una galaxia muy lejana.
"Ningún otro telescopio podría haberlo conseguido", afirma Geach. La esperanza es que con ésta y futuras observaciones de campos magnéticos lejanos se empiece a desvelar el misterio de cómo se forman estas características galácticas fundamentales.