MADRID, 14 Jul. (EUROPA PRESS) -
Las emisiones humanas de gases de efecto invernadero y el agotamiento del ozono están reduciendo la lluvia a largo plazo en Australia, sobre todo en el sudoeste.
Científicos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos han desarrollado un nuevo modelo climático de alta resolución. Presentan estos resulrados en un estudio publicado en 'Nature Geoscience'.
"Este nuevo modelo climático de alta resolución es capaz de simular la precipitación a escala regional con una mejora considerable de la precisión en comparación con los modelos de generaciones anteriores", señala Tom Delworth, científico del Laboratorio de Investigación Dinámica sobre Fluídos Geofísicos de la NOAA en Princeton, Nueva Jersey, que ayudó a desarrollar el nuevo modelo y es coautor del artículo.
"Este modelo es un gran paso adelante en nuestro esfuerzo por mejorar la predicción del cambio climático regional, con especial participación de los recursos hídricos", añade.
Estos expertos de la NOAA realizaron varias simulaciones del clima utilizando este modelo climático global para estudiar los cambios a largo plazo en las lluvias en varias regiones de todo el mundo. Una de las señales más notables del cambio fue en Australia, donde se ha detectado una disminución a largo plazo en las lluvias de otoño e invierno en partes del sur.
Mediante la simulación de controladores climáticos naturales y artificiales, los científicos mostraron que la disminución de la precipitación es principalmente una respuesta a los aumentos de los gases de efecto invernadero, así como el adelgazamiento de la capa de ozono causado por las emisiones de aerosoles artificiales.
SE DESCARTARON CAUSA NATURALES
También se evaluaron varias causas naturales con el modelo, incluyendo erupciones volcánicas y cambios en la radiación del sol, pero ninguno de estos controladores naturales del clima reprodujeron a largo plazo la sequía observada, lo que indica que esta tendencia se debe a la actividad humana.
La disminución de la precipitación en el sur de Australia comenzó alrededor de 1970 y se ha incrementado en las últimas cuatro décadas. El modelo proyecta un continuo descenso de las lluvias de invierno en todo el resto del siglo XXI, con importantes consecuencias para los recursos hídricos regionales.
La sequía es más severa en el suroeste de Australia, donde el modelo pronostica un descenso del 40 por ciento en el promedio de lluvias a finales del siglo XXI. "La predicción de posibles cambios futuros en los recursos hídricos, como la sequía, son un reto social inmenso", alerta Delworth.