MADRID, 21 Ago. (EUROPA PRESS) -
Una nueva investigación realizada por expertos la Universidad de Washington (UW), en Estados Unidos, y que se publica este viernes en la revista 'Science', muestra que la ausencia de calor en la superficie de la Tierra está sumida profundamente en el norte y el sur del Océano Atlántico y es parte de un ciclo natural. El calentamiento bajo la superficie del océano explica por qué las temperaturas medias mundiales del aire han caído desde 1999, a pesar de una mayor presencia de gases de efecto invernadero que atrapan el calor solar en la superficie de la Tierra.
Tras un rápido calentamiento en el siglo XX, este siglo ha visto hasta ahora muy poco aumento de la temperatura media de la superficie de la Tierra. Este cambio ha propuesto más de una docena de teorías del llamado hiato en el calentamiento global, que van desde la contaminación del aire a los volcanes o las manchas solares.
"Cada semana hay una nueva explicación de esta pausa --reconoce el autor Ka-Kit Tung, profesor de Matemáticas Aplicadas y profesor adjunto de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad de Washington--. Muchos de los documentos anteriores se han centrado en los síntomas en la superficie de la Tierra, donde vemos muchos fenómenos diferentes y relacionados. Nosotros nos fijamos en el océano para tratar de encontrar la causa subyacente".
Los resultados muestran que una corriente de lento movimiento en el Atlántico, que transporta calor entre los dos polos, se aceleró a principios de este siglo para hundir el calor hacia casi una milla (1.500 metros). "El hallazgo es una sorpresa, ya que las teorías actuales han señalado al Océano Pacífico como el culpable de ocultar el calor --resalta Tung--. Pero los datos son bastante convincentes y demuestran lo contrario".
Tung y el coautor Xianyao Chen, de la Universidad del Océano de China, que fue profesor visitante de la UW el año pasado, utilizaron observaciones recientes de temperaturas de aguas profundas de boyas Argo que muestran el estado del agua a 6.500 pies (2.000 metros) de profundidad. Estos datos presentan un aumento de la disipación del calor alrededor de 1999, cuando se detuvo el rápido calentamiento del siglo XX.
"Hay ciclos recurrentes que son impulsados por la salinidad que pueden almacenar calor en la profundidad del Atlántico y los océanos del Sur -argumenta Tung--. Después de 30 años de rápido calentamiento, ahora es el momento de la fase de enfriamiento". Estos expertos detectaron que la mitad del rápido calentamiento en las últimas tres décadas del siglo XX se debía al calentamiento global y la otra mitad al ciclo natural del Océano Atlántico que mantiene más calor cerca de la superficie.
Cuando las observaciones mostraron una alteración en el ciclo oceánico, alrededor del año 2000, la corriente comenzó a hundir el calor más profundamente en el océano, para contrarrestar el calentamiento inducido por el hombre. El ciclo se inicia cuando el agua más salada y más densa en la parte norte de la superficie del Atlántico, cerca de Islandia, hace que el agua se hunda, cambiando la enorme velocidad de la corriente en el Océano Atlántico que hace circular el calor por todo el planeta.
"Cuando llega el agua pesada a la parte superior de agua ligera, se sumerge muy rápidamente llevándose calor", resume Tung. Observaciones recientes en la superficie del Atlántico Norte muestran salinidad récord, según Tung, mientras que, al mismo tiempo, el agua más profunda en el Atlántico Norte exhibe un aumento de las cantidades de calor.
Los autores desenterraron datos históricos para demostrar que el enfriamiento en las tres décadas entre 1945 a 1975, que hicieron a la gente preocuparse por un posible comienzo de una edad de hielo, fue durante una fase de enfriamiento. Las oscilaciones de temperatura tienen un interruptor natural, de forma que durante el periodo de calentamiento, las rápidas corrientes provocan que agua más tropical se desplace hacia el Atlántico Norte, calentando la superficie y las aguas profundas.
En la superficie, este calentamiento derrite el hielo, lo que, a la larga hace que el agua superior sea menos densa y, después de algunas décadas, pone freno a la circulación, lo que desencadena una fase de enfriamiento de 30 años. Esta explicación implica que la actual desaceleración en el calentamiento global podría durar otra década, o más, y luego volverá un rápido calentamiento.