MADRID, 2 Jul. (EUROPA PRESS) -
La revista 'Geophysical Research Letters' ha publicado el primer modelo capaz de predecir la concentración de isopreno en el océano Antártico a partir de datos de satélite. El estudio, en el que han participado varios investigadores del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) de Barcelona, ha sido dirigido por Rafel Simó, profesor y jefe del grupo de Biogeoquímica Marina, Atmósfera y Clima del ICM-CSIC.
En colaboración con científicos del Centro de Supercomputación de Barcelona, la Universidad de Curtin (Australia), el Centro Nacional de Investigación Científica de Francia y el Laboratorio Marino de Plymouth (Reino Unido), los investigadores del ICM-CSIC han explorado la capacidad del satélite de MODIS Aqua de la NASA para reconstruir las concentraciones de isopreno medidas en el océano Antártico durante varias campañas oceanográficas.
El isopreno es un gas de origen biológico producido por el fitoplancton que se oxida en el aire para formar partículas atmosféricas. En los océanos más remotos, como es el caso del océano Antártico, donde la formación y el brillo de las nubes dependen en gran medida de la concentración de partículas atmosféricas, las emisiones de isopreno marino son capaces de afectar al clima.
Sin embargo, su emisión regional está escasamente cuantificada y, por lo tanto, los modelos climáticos no acaban de funcionar porque no simulan correctamente las nubes. Por ello, tener una imagen más precisa de las concentraciones y emisiones de isopreno en el océano Antártico es esencial para una mejor predicción de los efectos del cambio climático en la región.
Pero ahora, los expertos han encontrado una relación estadística entre el isopreno, la clorofila y la temperatura de la superficie del mar que han utilizado para producir mapas regionales sinópticos de concentración y emisión de isopreno, según explica Rafel Simó. El nuevo modelo ha sido bautizado como ISOREMS.
"Esta nueva herramienta permite una exploración detallada del papel de las emisiones oceánicas de isopreno en el clima y en la capacidad oxidativa de la atmósfera del océano Antártico", celebra Pablo Rodríguez-Ros, primer autor del estudio, que asegura que el nuevo modelo "proporcionará inputs espaciales y temporales más realistas para los modelos atmosféricos y climáticos".
CLOROFILA PARA PREDECIR LAS EMISIONES DE ISOPRENO
En otro trabajo publicado recientemente, los investigadores recopilaron y analizaron nuevos datos de las concentraciones de isopreno en la superficie del mar de seis expediciones. Ahora, han combinado todos estos datos con las variables del satélite registradas simultáneamente y, gracias a ello, han descubierto que el isopreno se puede predecir mediante una regresión lineal múltiple con la clorofila y la temperatura de la superficie del mar.
"El isopreno se explica mejor por variables relacionadas con el fitoplancton como las concentraciones de clorofila y otros pigmentos, la materia orgánica particulada o la eficiencia fotosintética, que por la concentración de macronutrientes o la abundancia de bacterias", enfatiza en este sentido Rodríguez-Ros.
En última instancia, la clorofila del fitoplancton y la temperatura son suficientes para predecir el isopreno, y estas son variables que se pueden obtener vía satélite. Las demás variables son redundantes.
Las distribuciones de isopreno de 2002 a 2018 calculadas con el modelo ISOREMS revelan altas concentraciones en aguas costeras y cercanas a las islas, y en una banda de latitudes alrededor de los 40-50S. Además, la estacionalidad del isopreno es paralela a la de la productividad del fitoplancton, con máximos anuales durante el verano austral.
Los expertos pretenden ahora desarrollar modelos similares para otras regiones oceánicas con el fin de predecir el patrón global de concentración de isopreno y su emisión hacia la atmósfera. En este sentido, Simó apunta que "un mosaico de modelos regionales tiene un mayor potencial que un modelo único para afinar en las emisiones globales de isopreno, que son aún demasiado inciertas para usarlas en modelos climáticos".
El estudio ha sido financiado por el Gobierno de España, el Gobierno de Australia, el Instituto Polar Suizo, Ferring Pharmaceuticals y la Fundación 'la Caixa'.