MADRID, 13 May. (EUROPA PRESS) -
Investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales han descubierto la presencia de microalgas, similares a las de los océanos, en el desierto de Atacama (Chile), el lugar más árido del planeta, ya que es 200 veces más seco que el desierto del Sáhara. Se trata de la primera vez que se detecta la presencia de un organismo fotosintético y eucariota en un ambiente de extrema sequedad, según ha informado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
El trabajo, que ha sido publicado en la revista Enviromental Microbiology, expone que los investigadores del CSIC han descubierto colonias de microalgas que viven en el interior de las halitas, que son rocas compuestas de sal común y que esta es la primera vez que se demuestra la presencia de un microorganismo fotosintético y eucariota como una halita.
El índice de aridez del desierto de Atacama es del 0,0005. Por ello, los investigadores explican que es posible que vivan en un ambiente prácticamente exento de lluvias debido a las propiedades higroscópicas de estas algas, que hace que retengan humedad en su interior.
El agua que almacenan estas rocas se evapora rápidamente por la intensidad de los rayos de sol y, por la noche, cuando aumenta la humedad relativa, las halitas recuperan el agua que necesitan las microalgas para vivir.
Los datos del estudio sitúan el límite para la vida de las algas en que continuamente se produzca la delicuescencia, es decir, llegar a alcanzar diariamente el 75% de humedad relativa para que las halitas absorban suficiente vapor de agua y la transformen en agua líquida.
En el desierto de Atacama hay varios salares, antiguas explotaciones de minas salitreras, que dan nombre a distintos sectores del territorio. La investigación se basó en analizar las características ambientales y microbiológicas de dos zonas del desierto que, aparentemente, eran iguales: Salar Grande y la zona de Yungay.
"Sorprende descubrir las diferencias que hay entre los sustratos y microorganismos de dos zonas del desierto que, desde el punto de vista de la falta de precipitaciones atmosféricas, parecen similares", ha manifestado el investigador del MNCN Jacek Wierzchos.
Frente a la zona de Yungay, donde el 80% de los organismos encontrados son cianobacterias, en Salar Grande el 80% de las colonizaciones son bacterias y arques y el 20% restante son cianobacterias y microalgas que producen clorofila.
Por ello, el investigador destaca que han descubierto un microhábitat "similar al oceánico en el desierto más seco del planeta" a más de 800 metros sobre el nivel del mar. El Salar Grande está a 800 metros sobre el nivel del mar y a 8 kilómetros de la costa y Yungay, a 964 metros de altura y a 70 kilómetros del litoral.
EL CSIC FRENTE A LA NASA
En 2005 investigadores de la NASA llegaron a afirmar que las condiciones del desierto de Atacama hacían imposible la presencia de vida fotosintética.
Sin embargo en 2006 el grupo de investigación EcoGeo del MNCN rebatió estas afirmaciones al encontrar colonizaciones de cianobacterias dentro de las halitas en la zona de Yungay.
Wierzchos ha destacado que el alcance de este descubrimiento de microorganismos que viven en ambientes extremos aporta gran información sobre la moléculas que producen para sobrevivir.
"Estas moléculas pueden resultar inspiradoras en ciencias aplicadas como la biotecnología. Asimismo, conocer las formas de vida en ecosistemas extremos nos da pistas para encontrar vida fuera de nuestro planeta", ha apuntado.
Las primeras investigaciones situaron el límite para la vida en la delicuescencia, pero en campañas posteriores descubrieron que en la zona de Yungay la sequedad era mayor de lo que pensaban. Los sensores instalados demostraban que la humedad relativa nunca llegaba al 75 por ciento.
Sin embargo, los sensores de conductividad eléctrica que pusieron en las halitas detectaban la presencia de agua en su interior durante la mitad del año aproximadamente.
"Según los primeros estudios la falta de humedad relativa hacía imposible que se almacenara agua en las halitas así que teníamos que averiguar cómo las cianobacterias se mantenían con vida", explica Wierzchos.
En 2011 comenzaron a estudiar la estructura de las rocas y descubrieron que las halitas de Yungay tienen una fase con la estructura nanocapilar de menor porosidad que las halitas de Salar Grande.
Esta estructura hace que el agua se condense en nanoporos y quede atrapada en forma líquida en el interior de la roca, es decir, la estructura porosa consigue que el agua entre en la roca pero no salga.
"Sorprendentemente, según las peculiaridades de cada región, también las propiedades del sustrato rocoso determinan las condiciones necesarias para la vida, que aprovecha cada gota de agua", concluye el investigador del MNCN.
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