MADRID, 6 Feb. (EUROPA PRESS) -
Las olas de calor marinas se convertirán en algo habitual en el Ártico en un futuro próximo y son producto de mayores emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero.
Es la conclusión de un estudio que acaba de publicar la doctora Armineh Barkhordarian del Grupo de Excelencia para la investigación climática CLICCS de la Universidad de Hamburgo.
Desde 2007, las condiciones en el Ártico han cambiado, como lo confirman datos publicados recientemente en la revista Communications Earth & Environment. Entre 2007 y 2021, las zonas marginales del Océano Ártico experimentaron 11 olas de calor marinas, que produjeron un aumento de temperatura promedio de 2,2 grados Celsius por encima de la norma estacional y duraron un promedio de 37 días. Desde 2015, todos los años se han producido olas de calor marinas en el Ártico.
La ola de calor más potente hasta la fecha en el Océano Ártico se produjo en 2020; continuó durante 103 días, con temperaturas máximas que superaron en cuatro grados centígrados el promedio a largo plazo. La probabilidad de que se produzca una ola de calor de este tipo sin la influencia de gases de efecto invernadero antropogénicos es inferior al 1%, según lo calculado por el equipo de Barkhordarian en el Clúster de Excelencia CLICCS. Con ello, han reducido el número de escenarios climáticos plausibles en el Ártico. Según el estudio, las olas de calor marinas anuales serán la norma.
El Ártico entró en una nueva fase En el estudio, Barkhordarian también demuestra por primera vez que las olas de calor se producen cuando el hielo marino se derrite temprano y rápidamente después del invierno. Cuando esto sucede, se puede acumular una cantidad considerable de energía calorífica en el agua cuando se alcanza la radiación solar máxima en julio.
"En 2007 comenzó una nueva fase en el Ártico", afirma Barkhordarian, experto en estadísticas climáticas. "Cada vez hay menos hielo más grueso y de varios años de antigüedad, mientras que el porcentaje de hielo fino y estacional aumenta constantemente". Sin embargo, el fino hielo es menos duradero y se derrite más rápidamente, lo que permite que la radiación solar entrante caliente la superficie del agua.
Oficialmente se considera ola de calor marina cuando las temperaturas en la superficie del agua superan el 95% de los valores de los últimos 30 años durante al menos cinco días consecutivos.
"No sólo la pérdida constante de hielo marino, sino también el calentamiento de las aguas, pueden tener efectos negativos dramáticos en el ecosistema ártico", dice Barkhordarian, citada por Phys.org. Las cadenas alimentarias podrían colapsar, las poblaciones de peces podrían reducirse y la biodiversidad en general podría disminuir.