Erupción del Kilauea en 2018 - B. SHIRO, USGS
MADRID, 7 Abr. (EUROPA PRESS) -
Un indicador de la viscosidad del magma del interior de un volcán se puede medir antes de una erupción, lo que podría ayudar a comprender los posibles patrones de futuras erupciones.
Las propiedades del magma del interior del volcán afectan a cómo se desarrollará una erupción. En particular, la viscosidad de esta roca fundida es un factor importante que influye en lo peligrosa que podría ser una erupción para las comunidades cercanas. Pero generalmente solo se cuantifica bien después de una erupción.
La erupción de 2018 del volcán Kilauea, en Hawái, proporcionó a los científicos una oportunidad sin precedentes para identificar nuevos factores que podrían ayudar a predecir el potencial de peligro de futuras erupciones.
Los magmas muy viscosos se relacionan con explosiones más potentes porque pueden bloquear la salida de gases a través de los respiraderos, lo que permite que la presión se acumule dentro del sistema de tuberías del volcán. Por otro lado, la extrusión de magmas más viscosos da lugar a flujos de lava más lentos.
"Pero la viscosidad del magma sólo suele cuantificarse mucho después de una erupción, no con antelación --explica Diana Roman, de la Institución Carnegie para la Ciencia, citada por Phys.org--. Por eso, siempre intentamos identificar indicios tempranos de la viscosidad del magma que puedan ayudar a predecir el estilo de erupción de un volcán".
Ella dirigió un nuevo trabajo que identifica un indicador de la viscosidad del magma que puede medirse antes de una erupción. Esto podría ayudar a los científicos y a los gestores de emergencias a comprender los posibles patrones de futuras erupciones. Publica resultados en Nature.
El evento de 2018 incluyó la primera actividad eruptiva en la zona inferior de la Falla Este del Kilauea desde 1960. La primera de las 24 fisuras se abrió a principios de mayo, y la erupción continuó durante exactamente tres meses.
El evento proporcionó una gran cantidad de datos simultáneos sobre el comportamiento del magma de alta y baja viscosidad, así como sobre las tensiones previas a la erupción en la roca sólida subyacente al Kilauea.
La actividad tectónica y volcánica hace que se formen fracturas, llamadas fallas, en la roca que compone la corteza terrestre. Cuando las tensiones geológicas hacen que estas fallas se muevan unas contra otras, los geocientíficos miden la orientación y el movimiento tridimensional de las fallas mediante instrumentos sísmicos.
Al estudiar lo que ocurrió en la zona inferior de la Falla Este de Kilauea en 2018, Roman y sus colegas determinaron que la dirección de los movimientos de las fallas en la zona inferior de la Falla Este antes y durante la erupción volcánica podría utilizarse para estimar la viscosidad del magma ascendente durante los períodos de agitación precursora.
"Hemos podido demostrar que con una monitorización sólida podemos relacionar la presión y la tensión en el sistema de tuberías de un volcán con el movimiento subterráneo del magma más viscoso", explica Roman. "Esto permitirá a los expertos en monitorización anticipar mejor el comportamiento de las erupciones de volcanes como el Kilauea y adaptar las estrategias de respuesta con antelación".