MADRID, 22 Ene. (EUROPA PRESS) -
Suspender repentinamente planes de geoingeniería en curso, con el objetivo de hacer frente a una crisis climática, sería devastador tendría un impacto global severo en animales y plantas.
"El calentamiento rápido después de detener la geoingeniería sería una gran amenaza para el medio ambiente natural y la biodiversidad --advierte en un comunicado el autor Alan Robock, de la Universidad Rutgers-- . Si la geoingeniería alguna vez se detuviera abruptamente, sería devastador, por lo que habría que estar seguro de que es posible detenerla gradualmente, y es fácil pensar en escenarios que evitarían eso. Se pueden producir grandes sequías o inundaciones en todo el mundo de las que se podría culpar a la geoingeniería, y que exigen que se detenga. ¿Podemos arriesgarnos alguna vez?".
La geoingeniería significa intentar controlar el clima además de detener la quema de combustibles fósiles, la principal causa del calentamiento global, señala Robock. Aunque los científicos han estudiado los impactos climáticos de la geoingeniería en detalle, no saben casi nada acerca de sus posibles impactos sobre la biodiversidad y los ecosistemas, señala el estudio.
La idea de la geoingeniería que atrajo la mayor atención es crear una nube de ácido sulfúrico en la atmósfera superior como lo hacen las grandes erupciones volcánicas, explica Robock. La nube, formada después de que los aviones pulvericen dióxido de azufre, reflejaría la radiación solar y enfriaría el planeta; pero los aviones tendrían que volar continuamente a la atmósfera superior para mantener la nube, ya que solo duraría alrededor de un año si se detuviera la fumigación, plantea Robock, agregando que la tecnología de pulverización de aviones puede desarrollarse dentro de una década o dos.
DETENER LA INGENIERÍA PROVOCARÁ UN CALENTAMIENTO DIEZ VECES MÁS RÁPIDO
En su estudio, los científicos utilizaron un escenario global con enfriamiento moderado a través de la geoingeniería, y analizaron los impactos en la tierra y en el océano al detenerlo repentinamente. Supusieron que los aviones rociarían 5 millones de toneladas de dióxido de azufre por año en la atmósfera superior en el ecuador de 2020 a 2070, lo que es el equivalente anual de alrededor de un cuarto del dióxido de azufre expulsado durante la erupción del Monte Pinatubo, en Filipinas en 1991, pone como ejemplo Robock.
La fumigación conduciría a una distribución uniforme de las nubes de ácido sulfúrico en los hemisferios norte y sur y eso reduciría la temperatura global en aproximadamente 1 grado Celsius (aproximadamente 1,8 grados Fahrenheit), cerca del nivel de calentamiento global desde que comenzó la Revolución Industrial a mediados del siglo XIX. Pero detener la geoingeniería conduciría a un calentamiento rápido, diez veces más rápido que si la geoingeniería no se hubiera desplegado, señala Robock.
Luego, los científicos calcularon cómo de rápido tendrían que moverse los organismos para permanecer en el clima --en términos de temperatura y precipitación--. "En muchos casos, tendrían que ir en una dirección para encontrar la misma temperatura, pero en una dirección diferente para hallar la misma precipitación --subraya Robock--. Las plantas, por supuesto, no pueden moverse razonablemente. Algunos animales pueden moverse y otros no".
Este investigador señala que los parques nacionales, los bosques y los refugios de vida silvestre sirven como santuarios para animales, plantas y otros organismos; pero si el calentamiento rápido los obligara a moverse, e incluso si pudieran moverse lo suficientemente rápido, es posible que no encuentren lugares con suficiente comida para sobrevivir.
Un efecto secundario sorprendente de la geoingeniería de inicio rápido sería un calentamiento de El Niño de la superficie del mar en el Océano Pacífico tropical, que causaría una devastadora sequía en el Amazonas, plantea. "Realmente necesitamos analizar con más detalle el impacto en organismos específicos y cómo podrían adaptarse si la geoingeniería se detiene de repente", concluye.