Una imagen microscópica ampliada con 8 aumentos de sedimentos marinos tropicales lavados que muestra una gran cantidad de conchas de foraminíferos individuales. - UNIVERSIDAD DE ARIZONA
MADRID, 25 Sep. (EUROPA PRESS) -
La última edad de hielo alcanzó su punto máximo hace unos 20.000 años y estuvo marcada por una extensa glaciación y cambios climáticos dramáticos que transformaron océanos, paisajes y ecosistemas.
Un nuevo estudio dirigido por la Universidad de Arizona sugiere que la última edad de hielo de la Tierra puede proporcionar información crucial sobre los futuros fenómenos meteorológicos de El Niño. El Niño es uno de los patrones climáticos más influyentes que afectan al clima global.
El estudio, publicado en 'Nature', combina datos de conchas antiguas de organismos marinos con modelos climáticos avanzados para arrojar luz sobre cómo los patrones de El Niño podrían cambiar en un mundo en calentamiento. El Niño es un fenómeno climático que se caracteriza por el calentamiento irregular pero periódico de las temperaturas superficiales del mar en el océano Pacífico central y oriental. Esto provoca alteraciones en los patrones climáticos globales y provoca fenómenos extremos como sequías, inundaciones y olas de calor.
"El Niño es una formidable fuerza de la naturaleza: induce sequías, inundaciones e incendios forestales, alterando los ecosistemas marinos y terrestres en todo el planeta, con impactos sociales generalizados en numerosos sectores, desde la agricultura hasta la industria de la aviación", relata Kaustubh Thirumalai , coautor principal del estudio y profesor asistente en el Departamento de Geociencias de la Universidad de Arizona.
Los fenómenos de El Niño ocurren aproximadamentecada dos a siete años, y anticipar cómo podrían cambiar estos eventos en el futuro es un gran desafío para los científicos del clima. "Existen varios modelos climáticos de última generación que sugieren diferentes respuestas de El Niño al calentamiento actual y futuro causado por el ser humano", expone Thirumalai. "Algunos dicen que las variaciones de El Niño aumentarán, otros dicen que disminuirán; es un fenómeno complejo y multifacético. Por lo tanto, abordar lo que podría suceder con El Niño es una prioridad clave para la ciencia climática".
Para abordar esta incertidumbre, el equipo de investigación, que incluyó colaboradores de la Universidad de Alberta (Canadá), la Universidad de Colorado en Boulder, la Universidad de Texas, el Middlebury College y la Institución Oceanográfica Woods Hole (todas en Estados Unidos), recurrió al pasado. Se centraron en el Último Máximo Glacial, un período de hace unos 20.000 años en el que había capas de hielo sobre gran parte de América del Norte y Europa.
Los investigadores utilizaron el Modelo Comunitario del Sistema Terrestre (Community Earth System Model), desarrollado para simular el sistema climático de la Tierra y predecir escenarios climáticos futuros, para simular las condiciones climáticas desde el Último Máximo Glacial hasta la actualidad. Este modelo es un proyecto colaborativo dirigido principalmente por el Centro Nacional de Investigación Atmosférica, con contribuciones de numerosas instituciones. La parte de modelado del estudio fue realizada por el coautor principal Pedro DiNezo en la Universidad de Colorado en Boulder.
Para validar este modelo, Thirumalai y su equipo compararon los resultados del modelo con datos de los restos de diminutos organismos marinos llamados foraminíferos, que se encuentran en muestras oceánicas extraídas del fondo marino y que contienen capas de sedimentos depositados a lo largo de miles a millones de años. "Estas hermosas criaturas microscópicas, que flotan en la capa superior del océano, construyen caparazones que fijan la temperatura del océano cuando estaban vivas", enuncia Thirumalai.
A medida que los foraminíferos crecen, secretan conchas a partir de materiales del agua de mar circundante. La composición química de estas conchas cambia en función de la temperatura del agua, lo que permite conservar una instantánea de las condiciones del océano en el momento en que se formó la concha.
Cuando los foraminíferos mueren después de unas semanas de vida, sus caparazones se hunden hasta el fondo del océano y pasan a formar parte del sedimento. Al analizar los caparazones de diferentes capas de sedimento, los científicos pueden reconstruir las temperaturas oceánicas de hace miles de años y compararlas con las simulaciones de modelos de climas pasados. El equipo analizó conchas de foraminíferos individuales, lo que les permitió capturar variaciones estacionales de temperatura que de otro modo serían imposibles de detectar.
El estudio concluyó que la variabilidad de El Niño fue significativamente menor durante el Último Máximo Glacial en comparación con la actualidad, y que los eventos extremos de El Niño en el futuro podrían volverse más frecuentes a medida que el planeta se calienta. Esto podría conducir a alteraciones climáticas más intensas y frecuentes en todo el mundo. Es importante destacar que estos hallazgos sugieren un mecanismo común de variaciones extremas de El Niño tanto en condiciones de la era glacial como futuras, lo que permite a los investigadores validar la predicción del modelo climático.
"Esto nos da más confianza en las proyecciones del modelo para el futuro", asegura Thirumalai. "Si puede simular con precisión los cambios climáticos pasados, es más probable que nos brinde predicciones confiables sobre los cambios futuros en el sistema de El Niño".